Todas las hojas son del viento – Historias de una madre, plantas y salud

“Te escucho a vos y escucho a las otras mamás” es una expresión que se hace eco entre muchas madres ante desafíos de la vida. Este domingo, se celebra el día de las Madres y en Cannabis Medicinal Río Negro son muchas. Llevan adelante una gran lucha y transitan la necesidad de acceder al uso del cannabis terapéutico, sin ser criminalizadas. Desde la clandestinidad, muchas madres cultivan para alcanzar el bienestar no sólo de quien padece una dolencia, sino también de sus familias. Desde una mamá, hacemos un recorrido que cosecha amor, salud y bienestar en familia.

Desde su fundación y hasta la actualidad, la ONG es presidida por una mamá: Fernanda Canut. Hace años, encabeza una lucha diaria y que hoy suma familias enteras en todo Río Negro.

¿Cómo se formó la ONG Cannabis medicinal Rio Negro?

Soy fundadora. Esto viene de una amiga que me decía “te escucho a vos y escucho a las otras mamás”. Gracias a ella, logré conectarme con los Cannabicultores del Alto Valle. Ella es abogada, me acompañó a mí y a las agrupaciones al Congreso, y trabajó mucho sobre la Ley 27.350 que se logró. Entonces, como digo: ella es cofundadora. Tenemos una Ley por lo menos (…), pero es el paso inicial. Así nació Cannabis medicinal Cipolletti en principio. Y en ese camino de  formalizar los papeles, de pedir la personaría jurídica, de escribir el estatuto decíamos “ya nos queda chico Cannabis medicinal Cipolletti, ¿por qué no Cannabis medicinal Rio Negro?”.

¿Cuáles son las principales actividades de la ONG @CaMeRioNegro?

Además de capacitarnos, es de capacitar. Justamente tanto a profesionales de la salud como a la comunidad en general. Es este proceso de romper el estigma desde un lugar de conocimiento. Hoy por hoy, la ONG cuenta con un equipo de médicos formados en la Universidad de La Plata, de diversas profesiones.

En tu experiencia como madre que cultiva, ¿qué prejuicios había y hay con la planta?

Vos sabes que una de las cuestiones es que hace un tiempo atrás se asociaba planta de marihuana con ser drogadicto. Y el tiempo demostró que no es así. Hoy vos lo ves a la distancia y muchas personas que cultivaban y se los tenía bajo ese prejuicio, hoy son profesionales, tipos que tienen familias (…) Eso de que la marihuana te quema las neuronas, yo me pregunto ¿dónde están las neuronas quemadas si el tipo puede funcionar sin problemas? Y uno empieza a comprobar que no es así entonces.

¿A quiénes acompaña la ONG?

Por supuesto que tratamos de acompañar todo lo posible a cada persona que se acerca a la Cannabis Medicinal Río Negro, brindamos asesoramiento, información y compartimos nuestras experiencias así como también la necesidad de un profesional de la salud que evalúe cada caso. En este procedimiento está la importantísima labor de los médicos que -por supuesto- llevan una historia clínica; la cual es un documento legal donde te dice la patología, la indicación de cannabis, dosis, qué cepa y el procedimiento a llevar adelante. En nuestras experiencias, en unos meses se logra evidenciar una mejora en la calidad de vida, y es gracias al autocultivo. ¿Cómo sostenes esto sin cultivar?. Es imposible. Sin planta, no hay aceite.

¿Qué rol jugó tu concepción de mamá en todo esto?

Esto para mí es un momento de bisagra, porque se cambian tantos paradigmas. Por ejemplo, la lucha de las mujeres: creo que las mujeres, frente al dolor, vamos contra todo. En mi caso, yo ya estoy presa de la patología de mi hijo. Asique, no me importa si tuviera que ir presa por mejorar la calidad de vida de mi hijo y que el Estado no lo hace, que las medicaciones de la medicina tradicional tampoco y que una planta de marihuana sí.

¿Cómo era la vida familiar, antes del cannabis?

Una experiencia espantosa. Creíamos que no contaba el cuento. Mi hijo, terminó en coma, internado en Rosario. La clínica psiquiátrica estaba lleno de cucarachas, fue horrible. Trataban de darle en la tecla con el antibiótico correcto. Un tiempo después de que saliera del coma,  seguí -encerrada con mi hijo en una habitación- completando el tratamiento, sin avances ni resultados positivos. Giuliano, cargaba una desnutrición muy avanzada y sin que nadie le diera respuestas. Ya no había ningún psiquiatra que quisiera hacerse responsable para continuar administrándole las medicaciones tradicionales.

Tras un arsenal de fármacos, la verdad, mi hijo era una papa caliente que ya nadie quería agarrar. Ni él ni yo, podíamos seguir más en ese lugar, lejos de casa y con el resto de mi familia acá en el Alto Valle. Fue una situación espantosa. Entonces decido “darnos” de alta. Cuando le terminó de pasar todo el antibiótico a Giuliano, le pedí a mi marido que nos fuera a buscar.

¿Cómo fue la primera experiencia con cannabis?

Maravillosa. A las dos horas yo veía que tenía un pibe totalmente distinto (ni hablar, a la semana).. La verdad es que nos mejoró la calidad de vida. No solamente a él, sino al resto de la familia. Martina (mi hija menor) tiene una vida sana, donde existe el abrazo de Giuliano, que le pueda decir: “hola, Martina, ¿cómo te fue en la escuela?”. Y vos decís: ¡hasta el vocabulario!. Tiene vocabulario, tiene una oración, tiene sentido lo que me está diciendo. Un día me dice: “¿mamá, te acordás?” Y no escuché el resto de la frase, porque en mi mente resonaba: “pará ¿de dónde sacó esto?. ¿dijo mamá, te acordás?”. Surgió un Giuliano vivo, un Giuliano conectado, un Giuliano feliz, un Giuliano adolescente.

Hoy, tiene 18 años. Tendrá alguna puteada, alguna que otra reacción, pero muy distinta a la cualquier otro pibe joven. La verdad, es que también me dio la posibilidad de tener una vida propia como mujer. Esta militancia que hoy puedo hacer -que la hago desde el corazón- y además la disfruto, me dio dos grandes posibilidades: militar por la planta y reconstruirme como mujer. Hoy, desde otro lugar, estoy lejos de aquella mujer estructurada, condenatoria, prohibicionista que era antes de conocer la planta de marihuana. Ahora tengo una familia, y estamos haciendo algo -de manera conjunta- y viendo los beneficios principalmente para Giuliano.

En tu experiencia como mamá cultivadora ¿en qué faltaría avanzar en materia de cannabis?

Inicialmente, necesitamos que desde el Ministerio de Salud se reglamente la Ley Nacional 27.350, que contemple el autocultivo y que podamos seguir garantizando el derecho de acceso a la salud a nuestras familias. Por otro lado, sería necesario modificar la Ley de Estupefacientes, que equipara y condena de igual manera a quienes tienen plantas en su casa (sin perjudicar a terceros) y los iguala con narcotraficantes. El laburo más fuerte tiene que estar desde la Nación.

Nuestra lucha tiene que estar abocada a un cambio de la Ley nacional. El tema es llegar a contar con la posibilidad del autocultivo, que es la forma verdadera de garantizar el libre acceso a la planta. Que es eso -ni más, ni menos- una planta.

Tenemos que informarnos y formarnos. La capacitación es parte de algo que desde la ONG -a pulmón- venimos haciendo permanentemente. Y queremos seguir sumando, otras. Capacitación para los abogados y los defensores porque hay como “estrategias”; pero me parece que hay que trabajarlas para poder llevarlas adelante y que se sumen más profesionales -de todas las ramas-, obviamente. Somos muchos, pero a la hora de accionar somos pocos. Es un proceso de concientización desde todas las áreas para lograr después el objetivo más grande: el autocultivo para todos.

Fuente: Prensa Cannabis Medicinal Río Negro