Los protagonistas que marcaron el camino del argentino más alto elegido en el draft cuentan los detalles. Lo que lo hace distinto desde Las Varillas y la importancia de Pepe Sánchez y Oberto en sus decisiones.
“La primera vez que lo vi en Bahía, lo primero que le dije a sus entrenadores fue: ‘muchachos, no hagan nada, no toquen nada’. Tenía 16 años, y pensaba que, si ya hacía cosas tan naturalmente, no había tanto que tocar”. Esa fue la reacción de Pepe Sánchez la primera vez que lo vio entrenar en Bahía Basket, en 2017. “Muchas veces uno se excede, pero yo pensaba que no había que hacer mucho, había que dejarlo. Así fue. Leandro es un jugador que, aunque suene extraño, va a encontrar los caminos a partir de su talento y habilidad atlética”, completó el campeón olímpico, pilar fundamental desde que salió de Las Varillas hasta que anoche hizo historia como el argentino que más alto fue elegido en la historia del draft de la NBA.
El bahiense, igualmente, no fue el único miembro de la Generación Dorada que aportó en su desarrollo. Fabricio Oberto, el otro cordobés de Las Varillas que llegó a la NBA, fue quien concretó el vínculo entre el jugador su familia, y Sánchez. “Lea era un talento emergente, habían varios equipos que lo querían reclutar”, recordó Pepe. “Fabri (Oberto) habló con él y con su familia. Les contó lo que opinaba de nosotros y de nuestro programa en Bahía. Yo viajé a un Argentino en Cañada de Gómez. Recuerdo que fuimos juntos con Fabri en mi camioneta desde Córdoba. Ahí lo vimos jugar a Leandro. Era un torneo en el que había mucho talento y varios equipos reclutando jugadores, pero él se destacaba”, señaló en charla con Prensa CABB.
¿Cómo fue el proceso de convencer a la familia? “Consistió en ser honestos y abiertos, que es un poco lo mismo que con todos los chicos que reclutamos”, explicó el histórico base argentino formado en la Universidad de Temple. “Les contamos lo que hacemos y que el pase por Bahía sirve para abrir nuevos caminos, para desarrollar herramientas de juego y de la vida, y para aprender qué es ser un profesional. Hay que decirles lo que quieren escuchar y también lo que por ahí no quieren, pero es necesario”, apuntó el presidente de WBB.
“Fuimos muy concretos con la familia, y eso es algo que Osvaldo y Adriana (sus padres), junto con Leandro, apreciaron un montón. Al día de hoy, tengo una relación casi familiar con ellos. Más allá de que lo ayudamos con el paso a Barcelona y con todo este proceso hacia la NBA, el draft y todo lo que vendrá, siempre fuimos muy claros y sinceros a la hora de decir cuáles eran los pasos a seguir”, desarrolló Pepe. “El mérito es claramente del jugador, siempre. Y después de la familia y del jugador por confiar. A veces es más fácil escuchar las cosas que te dicen para convencerte de algo, que el que te dice ‘esto es así, hay que ir por acá y por acá’. En eso la confianza estuvo desde el día uno y sigue estando hasta el día de hoy”, completó.
Oberto aportó su granito de arena, y al día de hoy sigue aconsejando a este chico de apenas 20 años, joya de la camada 2000 de nuestro país. “Lo conozco a él y a la familia. Intenté ayudarlo, aconsejarlo, sobre todo cuando fue lo de Bahía”, remarcó el campeón de la NBA con San Antonio Spurs en 2007. “Hoy, cuando cruzamos mensajes, trato de inculcarle la paciencia de ir paso a paso, sin saltarse pasos. Está en un lugar especial, en el Barcelona, con grandes técnicos y jugadores. Que lo aproveche. Él sabe que tiene de todo: talento, capacidad atlética, recursos defensivos y ve bien el básquet. No le falta nada, sólo no tiene que quemar etapas”, expresó Fabri.
Previo a ser descubierto, el actual jugador del Barcelona tuvo una amplia formación deportiva en Las Varillas, donde comenzó a picar la pelota, pero también a correr, saltar, y a realizar diversas actividades dentro del atletismo que potenciaron su desarrollo físico y perfeccionaron su técnica hasta llevarlo a ser uno de los prospectos más importantes del mundo dentro del básquet. Bolmaro empezó a practicar atletismo cuando tenía cinco años, siguiendo los pasos de su hermana Camila. Uno de sus maestros fue Oscar Alessandria, encargado de la Escuela de Atletismo de la Cooperativa de Energía Eléctrica de Las Varillas. “Era parecido a un pollito, todo descoordinado. No podía manejar las piernas. Le costaba mucho, inclusive cuando caminaba lo hacía muy mal, con los pies cruzados hacia adentro”, mencionó Oscar en Infobae.
Con el tiempo, ese chico alto, flaco y descordinado fue corrigiendo sus problemas de desarrollo, hasta transformarse en todo un deportista. “El atletismo le aportó una cantidad de elementos donde él se tuvo que hacer valer por sí mismo en cada una de las actividades que hizo”, sostuvo Alessandria. “La personalidad de cada uno se hace más fuerte en esas circunstancias, se hace autosuficiente. Él, que era un chico algo inquieto, que siempre estaba en movimiento, aprendió a manejar los tiempos. También adquirió una gran cantidad de contenidos sobre coordinación”, mencionó quien fuera uno de sus mentores dentro de su formación deportiva.
El propio Leandro contó, en una nota reciente con Prensa CABB, cómo fue su etapa dentro del atletismo, y por qué eligió el básquet, pese a destacarse en esas disciplinas. “Fui campeón argentino (en Hexatlón) y hasta llegué a un Sudamericano, en el que terminé quinto”, reconoció. “Me gustaba mucho, recuerdo que intentaba ir a los torneos de los dos deportes. Me gustaban ambos, pero en un momento tuve que elegir y creo que el básquet me apasionaba un poco más. Pero extraño el atletismo, fue difícil dejarlo”, confesó quien hoy muestra una sorprendente versatilidad habiendo sido alero pero ahora jugando, con igual utilidad, de escolta y base en el máximo nivel europeo (ACB y Euroliga).
Su mamá, Adriana Delpino, aún recuerda cuando su hijo contó su elección de quedarse con la naranja. “Me dijo que no iba a seguir con atletismo y que iba a seguir jugando al básquet solamente porque las dos cosas ya no podía. Lo miré y le dije: ‘mirá Leandro que con el básquet no vas a conocer nada, vas a andar por acá alrededor”, rememoró su mamá con una sonrisa en una nota con La Voz del Interior. El club Almafuerte fue testigo de sus primeros piques y tiros al aro. Uno de sus formadores, Pablo Ayala, contó cómo fueron esos comienzos. “Leandro de chiquito fue siempre muy compañero, amigable y simpático. Era un flacuchin medio chueco que venía sonriendo. Siempre llegaba temprano al club, más allá de que fuera su horario de entrenamiento o no, pero él estaba. Siempre estaba”, contó.
“Cebollín, como lo apodaban en el club, era muy rápido y siempre estaba con la pelota en la mano. Por eso, a medida que fue creciendo y vimos la capacidad de picar la pelota que tenía, lo dejamos de base y pusimos a los chiquitines del equipo para que jugaran de escoltas o aleros”, mencionó Ayala. Además de Almafuerte, Bolmaro jugó un Provincial de Mayores con el club El Ceibo de San Francisco, que terminó ganando en noviembre del 2017 luego de viajar en remis (la gente del club hizo una “vaquita” para pagarlo y llegó horas antes del juego decisivo) desde la concentración de la Selección U17 en el Cenard. Unos meses más tarde fue reclutado por Bahía Basket, tras algunos entrenamientos con Obras Sanitarias, club que también estaba interesado en sus talentos. En la Liga debutó en noviembre del 2017 y disputó 25 partidos de la temporada 2017-18 con los bahienses, alternando con la Liga de Desarrollo, aunque no tardaría mucho en emigrar a Europa.
Luego de ser convocado a dos importantes campus de entrenamiento internacional en 2018, como el Básquet Sin Fronteras y el Nike Hoop Summit, ambos en Estados Unidos, firmó contrato por cinco años con el Barcelona de España, en principio para integrar el equipo B, que disputa la segunda división (LEB Oro). Poco después consiguió integrar el plantel principal, hasta ganarse minutos importantes en la escuadra catalana. En esta temporada, luego de alternar en ambos equipos en la 19/20, quedó fijo en el plantel principal, uno de los más poderosos del continente.
A sus 20 años, el varillense hizo historia y sus derechos en la liga quedaron en manos de los Wolves, una franquicia en reconstrucción que tiene a otro cordobés en sus filas (Prigioni es el asistente principal del head coach) y un presidente colombiano (Rosas) que ama el talento latino. Algunos especulan que se quedará un año más, otros creen que pueden ser dos. Lo cierto es que ya quedó a las puertas de la NBA, con el contrato garantizado de un jugador de primera ronda. Todo listo para, en algún momento, ser el 13° argentino en jugar en la NBA…
Fuente: Prensa CABB