La deuda externa a sido un tremendo condicionante a la hora de resolver los problemas sociales en la historia de nuestro país; y hasta ahora muy poco se ha hecho o casi nada para resolver de fondo esta problemática.
Gobierno tras gobierno fueron generando las condiciones para ampliar el tamaño del zapato que oprime nuestra soberanía; las circunstancias extraordinarias internacionales de 2006 (China recién ingresada a la Organización Mundial del comercio) nos permitieron saldar deudas con el FMI, lo que fue muy importante para la soberanía nacional y el pueblo argentino, pero el mismo gobierno que tomó esa correcta decisión no avanzó en recuperar la entrega de los sectores claves de la economía que, Menem, Caballo mediante, dejó al Estado sin el manejo de la energía, el acero y el transporte, quedando a merced de empresas extranjeras y un puñado de familias argentinas que no tardaron mucho en generar las condiciones de un nuevo retroceso que llevo al gobierno a uno de ellos para generar la monumental deuda que hoy nos acorrala.
Hoy el gobierno nacional tomo la decisión de claudicar ante el poder económico; más allá de los discursos “posibilistas” que justifican que nada distinto se podía hacer, lo real es que el resultado de la negociación solo va a favorecer a los que siempre ganan en este esquema: el sistema financiero y los que se sirven de este.
En nuestra provincia hace algunos años se tomó la decisión irresponsable de tomar una deuda -propuesta impulsada por el ex presidente Macri-, en dólares; el cuestionado “plan Castello”, apoyado por la mayoría oficialista, que muestra una serie de obras importantes para nuestra provincia, en el mediano plazo será la soga al cuello que ahorcara al pueblo rionegrino y principalmente a quienes siempre pagan el costo de las crisis, sus trabajadores/as y a quienes subsisten gracias a la ayuda del Estado. Algo que, por supuesto, sirvió y mucho para que el partido provincial “Juntos Somos Rio Negro” siguiera ganando elecciones.
¿Cómo se refleja esta crisis hoy? Es muy fácil de darnos cuenta cuando vemos las distintas propuestas salariales que tanto nación como provincia le ofrece a sus trabajadores.
El gobierno nacional en la última paritaria nacional docente ofrece elevar el sueldo mínimo para el maestro/a que recién se inicia de $41000 a $50000, terminando en $53000 en junio y así el incremento del primer semestre. Si una familia debe ganar en promedio $80000 para no ser pobre, los/as docentes, en su gran mayoría, en Argentina ganan un salario por debajo de la línea de pobreza; ni que decir de la gran mayoría de trabajadores y trabajadoras pertenecientes al sector público.
En Río Negro y en función de la lucha llevada adelante por trabajadores y trabajadoras en el marco de sus organizaciones sindicales que no claudicaron ante el hueso ofrecido por los gobiernos de turno, han permitido que el salario de un docente que recién se inicia sea hoy de $65800, muy por encima del piso nacional, pero aun así lejos del necesario para no ser pobre.
Por ello es necesario dar un debate hacia el interior de nuestras organizaciones, para tomar conciencia de que mas allá de la lucha sindical, es necesario dar una batalla cultural para construir un espacio que dispute el poder real.
Si esto no ocurre -mas allá de lograr un punto más o diez puntos más de aumento-, vamos a ser siempre los trabajadores/as quienes paguemos con nuestro salario el ajuste impuesto y aceptado sin resistencia por este gobierno que no pretende transformar la realidad de vecinos y vecinas, si no por el contario se acomoda a la coyuntura político económica sin ningún prurito.
Imagen de portada: Archivo. Paolo Etchepareborda -Dirigente de UnTER-, en actividad gremial.
Fuente: Partido Socialista de Río Negro