Siete mujeres del Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas cuentan de qué manera se definió en ellas la vocación por la la investigación y el estudio académico, transmutando juegos y gustos personales en una carrera científica.
Cada 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el objetivo de apoyar a las mujeres científicas en lograr una igualdad de género y promover el acceso de las mujeres y las niñas a la educación, la capacitación y la investigación en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
Los que siguen son siete testimonios en primera persona de algunas de las mujeres que integran el Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH-CONICET) del CCT CONICET-CENPAT de Puerto Madryn.
En sus relatos se entrevé la importancia de que niñas, adolescentes y jóvenes crezcan en entornos posibilitadores, familia, escuela, sociedad, que den lugar al desarrollo de sus anhelos, sus curiosidades y sus vocaciones.
Sofía Haller, becaria posdoctoral, licenciada en Ciencias de la Comunicación Social y Doctora en Historia. Tema de investigación: Extractivismo y expansión capitalista en la costa Patagónica y en las islas Malvinas (1775-1880).
“Creo que la ciencia siempre me atrajo. Mi papá es geólogo y mi mamá guía de turismo. Y la naturaleza y su estudio era un tópico que estaba presente en mi casa. Cuando era chica hacía toda clase de experimentos en mi casa, y metía mezclas asquerosas en el freezer, o estudiaba los bichos del jardín. Pero la vida me fue volcando a las ciencias sociales, a otra clase de conocimiento, más vinculado con las personas y las sociedades. Creo que para mí hubo un click definitivo en la universidad. Fue un lugar donde siempre me sentí muy cómoda. Un espacio feliz. Me gustaban las aulas, los compañeros, los intercambios. Y entonces llegó algo a lo que, en general, los estudiantes le temen: la tesina de grado. Y contra todo pronóstico yo la disfruté un montón. Elegí un tema maravilloso. Encontré goce en el proceso de investigación y el proceso de escritura, los intercambios con mis directores y profesores, en cómo podía mejorar una vez que me corregían. Me di cuenta ahí, que eso era algo que podía hacer toda la vida”.
Adalma Tapia, becaria doctoral, Licenciada en Criminología y Ciencias Forenses. Tema de investigación: Tecnologías de identificación en prontuarios policiales de Chubut a mediados del siglo XX. Perspectiva histórico-antropológica y comparaciones actuales.
El otro día revolviendo cajas de papeles casualmente encontré un legajo del jardín de infantes. Me llamó mucho la atención una apreciación de la maestra sobre mi interés por las narraciones y las adivinanzas (los acertijos y adivinanzas siempre me encantaron, pero no recordaba que con 5 años ya me generaran intriga). Fue hermoso encontrar eso, era verme como una adulta/pequeña. Creo que ahí ya me surgía el interés por preguntarme cosas, siempre fui muy curiosa, buscaba explicación para todo. Acá viene mi parte más morbosa. Cuando tenía 10 años en la tele pasaban un programa a la noche que conducía el Dr. Raffo (médico forense) sobre autopsias y la resolución de delitos en base a las evidencias obtenidas y donde contaban cómo eran los pasos de la investigación. Claramente tenía prohibido mirarlo, pero en cualquier descuido de mi mamá, yo prendía la tele. Eso me generaba mucha curiosidad: cómo se podían saber “cosas” de alguien que no podía hablar e imaginaba cómo hacía esa gente para investigar. Ahí empecé a cuestionar todo (soy más consciente de eso). Ya en la primaria, un día le pregunté a la maestra qué estudian las personas que resuelven crímenes. Y me contestó que eran los criminalistas. Ahí supe que algún día iba a serlo, nunca cambié de idea. Siendo más adolescente empecé a informarme y estaba totalmente segura que no era un antojo la investigación en relación al delito, sino que me apasionaba verdaderamente. Por eso una vez en la universidad, la criminología (la otra cara de lo forense) se ganó ni corazón”.
Nazarena Funes, becaria doctoral, Licenciada en Trabajo Social. Tema de investigación: Conocimiento local y cartografía de redes sociales para el análisis de la gestión del agua en la Meseta Norte del Chubut.
“Mi inserción en la carrera científica viene un poco por casualidad o causalidad. Yo estaba recientemente recibida y buscando trabajo. No es lo más común que en el trabajo social las profesionales nos aboquemos a la investigación, pero rodeada de amistades biólogas que estimularon la idea, decidí acercarme a Florencia Del Castillo y ella me propuso trabajar en relación al agua desde las ciencias sociales en la Meseta Central de la Provincia del Chubut. Empecé a investigar teórica y empíricamente, sin saber mucho en un principio, y a medida que fui conociendo las comunidades de la Meseta, los paisajes y descubriendo las múltiples relaciones de las personas con el agua, me fui metiendo en ese universo y encantando con sus saberes”.
Carolina Paschetta, investigadora, Doctora en Ciencias Biológicas. Tema de investigación: Distancia entre la autopercepción de ancestría y la ancestría genética en poblaciones mestizas latinoamericanas.
“Creo que mi vocación científica comenzó desde pequeña. En mi casa comprábamos la revista “Conozca más”, que luego cambio de nombre a “Conocer y saber”, y me encantaba leerla, ver y buscar cosas novedosas y luego perseguir a mi mamá haciéndole comentarios sobre lo que había leído. Luego vinieron los documentales de Jacques Cousteau, la verdad es que no se si sabía bien que es lo que hacía, pero me parecía super atrapante y sabía que quería hacer eso, buscar respuestas movilizada sólo por la curiosidad de no saber la respuesta. En la escuela secundaria me di cuenta de que las ciencias biológicas eran lo mío, yo quería buscar respuestas dentro de ese campo”.
Alexandra Trujillo, ingeniera electrónica. Becaria doctoral. Tema de investigación: Algoritmos interactivos de alta eficiencia para la reconstrucción antropométrica 3D: aplicaciones en medicina, deportología, y ciencia forense.
“Cuando era una niña me gustaban mucho los juegos didácticos, desarmar, armar y descubrir cómo funcionan las cosas, me encantaba ir a la escuela, y las ciencias y matemáticas siempre fueron mis materias favoritas. Pero no fue hasta que me recibí como ingeniera y empecé a trabajar que me di cuenta que lo que más me gusta hacer es justo eso, aprender, hacer preguntas y buscar respuestas, y decidí seguir estudiando, en ese momento mi sueño se convirtió en ser científica”.
Analía Andrade, investigadora, Doctora en Ciencias Biológicas. Tema de investigación: Arqueofaunas, tafonomía y reconstrucción paleoambiental en Patagonia Septentrional (Río Negro y Chubut, Argentina): los micromamíferos en el contexto del registro arqueológico.
“De chica en la secundaria, de las pocas materias que me gustaban estaba la biología y cuando tenía 15 años, mi familia tenía una casa rodante, y nos vinimos a recorrer toda la costa desde Buenos Aires hasta el sur. Paramos en Madryn y fuimos a recorrer la Península. En Punta Norte había una casita donde paraban guardafaunas y entre ellos también estudiantes que venían hacer pasantías, avistajes de orcas y de lobos marinos en la Península. Yo quedé muy flasheada muy alucinada con esa vida que tenían ellos. Los veía como grandes pero la vez cercanos a mí, eran estudiantes. Me encantó cómo vivían sin luz, en el medio la naturaleza observando fauna. Le pregunté a uno de ellos qué había estudiado para poder estar ahí y me dijo biología. Volví de ese viaje y cuando terminé la secundaria me mandé a estudiar biología”.
Carolina Reznik, becaria posdoctoral, Licenciada en Artes, Doctora en Historia y Teoría de las Artes. Tema de investigación: Forma e iconografía cerámica en la antigua Grecia (siglos V y IV A.E.C): un estudio de la variabilidad en las “vasijas teatrales” a partir de la morfometría geométrica y la cladística.
“Puedo afirmar que en mi en mi profesión y en mi actividad actual de investigadora, se conjugan mis dos pasiones: una es el teatro y otra es estudiar, aprender, enseñar. Tengo la suerte de poder dedicarme a esto, de poder vivir de esto. En un principio quería ser actriz, después decidí estudiar la carrera de Licenciatura en Artes en la UBA, y ahí es cuando descubro que se puede investigar el teatro. Un profesor de la carrera, quién fue mi primer maestro y mi primer director de tesis, Osvaldo Pellettieri, invitaba a los alumnos que terminaron de hacer su materia a formar parte de su instituto de investigación que depende de la UBA. Yo aceptó la invitación y empiezo a investigar, como investigadora de fuentes, teatro argentino. Después me recibo y me di cuenta que me interesaba bastante el mundo antiguo, que no era algo que hayamos visto tanto en la carrera. Entonces me anoto en una maestría de estudios clásicos que marca mi destino y me empiezo a dedicar a estudiar e investigar el teatro griego antiguo”.
Fuente: CONICET