Comenzó un nuevo ciclo de la Diplomatura en Operadoras/es Sociocomunitarios/as de la UNRN Sede Andina.

Bariloche. – Con un sólido equipo de docentes multidisciplinares y capacitadores externos, inició la nueva cohorte de la Diplomatura en Operadores/as Sociocomunitarios/as que sembró una potente experiencia para quienes la cursaron en 2022. Este año los cupos se completaron rápidamente, con más de 30 personas en lista de espera y dando cuenta de la demanda en Bariloche de quienes buscan herramientas para abordar las problemáticas más sensibles de la comunidad.

Esta oferta de formación extensionista, gratuita y con certificación, a cargo de la doctora Bibiana Misischia, busca acompañar y apoyar a las personas que trabajan o colaboran en contextos sociales vulnerados y/o con fragilidad psíquica.

El pasado año la convocatoria se articuló con Desarrollo Humano de Provincia y el Municipio para conformar el grupo participante, mientras que en esta oportunidad se posibilitó la participación abierta.

“Esta diplomatura permite materializar el diálogo entre los saberes académicos y los saberes sociales, integrando de manera real la Universidad al territorio” detalló Mabel Chrestia, subsecretaria de Extensión de la Sede Andina. Chrestía resaltó además la importancia de la interacción permanente con las distintas organizaciones sociales de la región para mejorar la calidad de vida de los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad.

Bibiana Misischia explicó que la calidad de la experiencia estuvo basada principalmente en que “el equipo de trabajo, además de su formación profesional, tiene mucho contacto con el territorio”, sumado a esto, quienes participan debien cumplir con una gran cantidad de horas prácticas en instituciones que abordan estas problemáticas, como el Centro cultural Camino Abierto, la Fundación San José Obrero, el Grupo Encuentro, CreArte, los espacios de Actividad Deportiva Adaptada Municipal, el Hogar Emaús, entre otros.

Por otro lado, agregó la docente-extensionista, “incorporamos también el trabajo corporal y de comunicación, que consideramos es clave en los cuidados de quienes cuidan”.

“¿Porqué es importante este tipo de formación en Bariloche? -se pregunta Misischia-, porque cuando como vecinos o ciudadanos estamos en un espacio sociocomunitario, cuando participamos en la junta vecinal, en una organización de la sociedad civil, estos conocimientos teórico-prácticos nos permiten ejercer la ciudadanía desde otro punto de partida”.

“Es necesaria la formación en las propias instituciones para fortalecer una figura que es clave en el vínculo -remarcó Bibiana-. Y fortalecer las relaciones de algunas personas en situación de vulnerabilidad para poder encontrar en los espacios que transitan, mayores posibilidades de calidad de vida”.

Mirta Elvira, docente de la carrera de Medicina y conocida por su trayectoria en salud mental, abordó allí varios módulos sobre salud mental comunitaria, derechos humanos, leyes y marcos teóricos, padecimientos subjetivos y dispositivos de atención, arte y salud mental.

Elvira explicó que se busca “que el paso por la diplomatura les deje una fuerte impronta en relación al trato (tratamiento), el aspecto actitudinal e ideológico necesario para trabajar en territorio y un fuerte compromiso con la comunidad en la que tenga que trabajar”.

El formato de diplomatura permite articular la formación con capacitadores externos, como el caso de Joaquín Collazo, quien se define como militante, da clases de bailes cubanos y es tallerista de radio en la Fundación San José Obrero. Joaquín colaboró como Tutor en territorio junto a Marisa Mugica y Gabriela Casal para acompañar el trabajo de estudiantes en las prácticas.

“Para muchas de ellas resultó un desafío importante adaptarse a dinámicas muy distintas a las que están acostumbrados/as en sus trabajos o grupos de pertenencia. En algunos casos, terminada la diplomatura, siguieron participando de los espacios activamente. El primer caso que me viene a la mente es el de una persona que se quedó como voluntaria del equipo de calle del grupo Emaús” recordó Joaquín.

“El denominador común que surgía siempre -explicó Collazo- fue la sensación de que la instancia de práctica es fundamental para toparse con (y sentir en carne propia) las contradicciones y tensiones permanentes con las que se encuentran los y las operadores/as sociocomunitariosa/s”. “Y eso enriquece mucho la diplomatura”, aseveró.

Valeria Navarro es docente de primaria hace 10 años. Fue estudiante de esta diplomatura y en su devolución narró: “los aprendizajes y herramientas que logré construir y conocer, realmente fueron muy valiosos, sobre todo, porque la dinámica de las clases permitió que se tornen significativos”.

Y desarrolló: “A partir de ejemplos concretos logramos acercarnos al marco teórico, realizando de esta manera reflexiones profundas sobre algunos temas, siempre con la guía de profesores/as y tutores/as (…). Hacer las prácticas en diferentes instituciones de la ciudad posibilitó el poner en marcha los saberes aprendidos, compartir las experiencias y llevar un registro de nuestras intervenciones”.

Hrisi Tsaneva también cursó el año pasado la diplomatura. Es tallerista en centro cultural Camino Abierto y nos contó que para ella lo más significante fue el trabajo de observación en territorio. “Estoy re agradecida por el trato digno y la comprensión de todes les profesores” escribió.

Fuente: Prensa UNRN