Un trabajador cipoleño, que se desempeñó como chofer de camiones, promovió una demanda para que le reconocieran la enfermedad laboral. Adujo que el rodado que utilizaba, modelo 1979, no tenía calefacción ni aire acondicionado. Tampoco contaba con cabina insonorizada, por lo que el sonido era ensordecedor. Logró que admitieran su hipoacusia, cuestión que se traduce en un monto de indemnización.
El hombre desarrolló tareas como chofer de corta, media y larga distancia de flota pesada. Realizaba viajes de más de 2000 kilómetros para transportar maquinarias y equipos dedicados a la ejecución de tendido de tubos, cañerías y movimientos de suelo de una obra a otra. Durante dos años utilizó un antiguo camión Mack modelo 1979/1980 que realizaba mucho ruido y nunca, en ese periodo, le proveyeron elementos de protección auditiva, como tampoco se realizaron mediciones de ruidos ni limitaciones de exposición.
En ese momento empezó con dolor de oídos y pidió a su patrón que reparara el camión para lograr la insonorización de la cabina, pero no obtuvo respuestas.
Tiempo después dejó ese vehículo y pasó al transporte de maquinarias y pasajeros y al abastecimiento de combustible mediante un camión cisterna. Posteriormente, fue asignado a un regador, afectado a las fases de soldadura, donde quedó expuesto a un ambiente laboral con sonidos de diferente intensidad, sumado a las vibraciones del camión.
Cuando tuvo que someterse a un examen físico para renovar la licencia de conducir lo declararon no apto por hipoacusia neurosensorial. Entonces su médico le otorgó el certificado y luego de seis meses de licencia la empresa lo notificó sobre la reserva de puesto. Finalmente se quedó sin trabajo
La primera Comisión Médica consideró que su enfermedad no tenía relación con el trabajo pero apeló y le atribuyeron un 3,95 por ciento de incapacidad laboral. La ART lo indemnizó con una exigua suma de dinero. En ese contexto promovió el juicio ante la Cámara Laboral de Cipolletti.
Durante el desarrollo del proceso judicial se realizaron nuevas pericias, que fueron impugnadas. El tribunal desestimó esos planteos y le asignó al trabajador una incapacidad permanente, parcial y definitiva del 20,96 por ciento. Condenó a Swiss Medical ART a abonarle la suma de dinero que proviene de la fórmula matemática utilizada para las enfermedades profesionales.
Fuente: Comunicación Judicial RN