Investigadoras de la Universidad Nacional de Quilmes trabajan en el desarrollo de un tratamiento para esta enfermedad ocular a partir de un extracto obtenido de huevas de erizos de mar. El objetivo es mejorar los tratamientos actuales y lograr un medicamento que pueda administrarse en forma de gotas.
El glaucoma es una enfermedad neurodegenerativa del nervio óptico que produce un deterioro progresivo de la visión y puede llevar a la ceguera. En Argentina, más de dos millones de personas padecen glaucoma y se estima que va a tener mayor incidencia por el envejecimiento de la población. Hoy existen dostipos de tratamientos: aplicación de gotas o cirugía. Sin embargo, las gotas tienen baja eficacia, por lo que se requieren mayores dosis y, aún así, la pérdida de visión puede continuar progresando.
A partir del uso de un antioxidante natural obtenido de huevas de erizos de mar, científicas de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) trabajan en el desarrollo de un tratamiento más eficaz para el glaucoma. El proyecto busca encapsular el principio activo en vesículas nanométricas que permitan una mejor absorción y el objetivo final es lograr un medicamento que pueda administrarse en forma de gotas.
“El ojo tiene diversas barreras que evitan el ingreso de elementos que puedan dañarlo. Por eso, al aplicar gotas, es muy bajo el porcentaje que logra atravesarlas. Lo que proponemos es encapsular la molécula antioxidante en nanovesículas que tienen la capacidad de penetrar esas barreras y llegar mejor al blanco terapéutico”, le dijo a TSS la doctora en Ciencias Básicas y Aplicadas Ana Paula Pérez, investigadora del CONICET en el Centro de Investigación y Desarrollo en Nanomedicinas (CIDeN) de la UNQ.
Las investigadoras Leticia Higa y Ana Paula Pérez trabajan en el Centro de Investigación y Desarrollo en Nanomedicinas de la UNQ.
Además de la baja eficacia, las gotas que existen actualmente poseen otra desventaja: solotienen como blanco terapéutico la presión intraocular, que es uno de los factores de riesgo asociados a la enfermedad. “El tema es que hay trabajos en los que se observa que, a pesar de que la presión intraocular disminuye con el tratamiento, la enfermedad sigue progresando. Por eso es necesario buscar nuevos blancos terapéuticos y creemos que uno de ellos podría ser el estrés oxidativo, que está directamente relacionado con el daño en la zona de la retina afectada por el glaucoma”, explica Pérez.
El estrés oxidativo es un proceso que se produce en el cuerpo cuando hay un exceso de moléculas llamadas radicales libres y poca cantidad de antioxidantes para combatirlas. Este desequilibrio puede dañar las células y, a medida que uno envejece, esas defensas van disminuyendo. Por eso, la propuesta de las científicas es contrarrestar el estrés oxidativo a partir de un antioxidante natural, la echinochroma A. Estas moléculas pueden extraerse de las huevas de erizos de mar, un animal invertebrado que tiene la forma de un globo con muchas espinas.
Para obtener el extracto, se asociaron con el grupo de la científica Tamara Rubilar, investigadora del CONICET en el Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos (CESIMAR), de Puerto Madryn. Rubilar trabaja en el desarrollo de un suplemento dietario a base de este extracto y es cofundadora de ERISEA, primera empresa de base tecnológica del CONICET en Patagonia que se dedica a producir antioxidantes a partir de extractos obtenidos de los erizos de mar.
Un antecedente que sirvió a las investigadoras de la UNQ para pensar que este antioxidante puede servir para tratar el glaucoma es que actualmente se usa en Rusia para tratar el infarto de miocardio y algunas enfermedades oculares. “El problema es que lo hacen a través de inyecciones y esto es muy invasivo cuando se trata del ojo, sobre todo para enfermedades como el glaucoma, que necesitan un tratamiento prolongado”, señala Pérez.
Como su grupo de investigación tiene experiencia en nanomedicina, decidieron buscar una mejor vía de administración y así llegaron al desarrollo de nanovesículas que funcionen como transporte de los antioxidantes marinos. Este vehículo diminuto, de unos 300 nanómetros, tiene propiedades que le permiten adherirse a las membranas del ojo, atravesar las barrerase ir liberando el principio activo de a poco.
Para que el tratamiento funcione, un aspecto clave es que las moléculas no se oxiden, ya que si eso sucede pierden las propiedades antioxidantes. Por eso, las investigadoras consideran que al incorporarlas dentro de una nanovesículapodrán protegerlas mejor. “Lo que pasa es que encapsular no es tan sencillo. Estamos probando diferentes composiciones para tratar de que sea estable en el tiempo y para que logre evitar la oxidación”, cuenta la científica.
El erizo de mar es un animal invertebrado que tiene la forma de un globo con muchas espinas.
El equipo está formado por las investigadoras Leticia Higa y María Julia Altube, y la estudiante Oriana Lodi. El proyecto se realiza en el CIDeN, dirigido por Eder Lilia Romero y María José Morilla, y recibe financiamiento de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC).
Sobre los próximos pasos de la investigación, Pérez contó: “Estamos en la primera etapa, trabajando en incorporar el antioxidante en las nanovesículas. Sabemos que es una molécula antioxidante muy fuerte y tenemos mucha experiencia en incorporar principios activos en nanoestructuras, así que estamos seguras de que vamos a poder encapsularlas. Una vez que logremos eso, empezaremos a estudiar la interacción con los diferentes tejidos para conocer su capacidad anti-glaucoma”.
Por Nadia Luna
Fuente: Agencia TSS