¿Son el litio y el hidrógeno verde soluciones sustentables ante la crisis energética? ¿Quiénes se benefician y perjudican con la desfosilización? ¿Qué marcos legales existen para regular la transición energética? Estos fueron algunos de los interrogantes que debatieron investigadores, docentes y activistas de diversos países durante la conferencia internacional “La gobernanza global de la transición energética”, que se realizó esta semana en la UNSAM.
“Tenemos que crear conciencia de la energía como derecho. Si revisamos la historia, desde la revolución industrial, siempre estuvimos en algún tipo de transición energética. ¿Qué energía queremos y cómo nos relacionamos con ella? Con los límites climáticos y geológicos, ¿cómo se va a repartir la energía que queda? Ese es el debate que viene”, advirtió Felipe Gutiérrez Ríos, integrante del Observatorio Petrolero Sur (OPSur), en uno de los paneles de debate de la primera conferencia internacional “La gobernanza global de la transición energética. Territorios, políticas y narrativas en disputa”, que se desarrolló a inicios de esta semana en el Campus de la UNSAM, de la que participaron más de un centenar de personas.
“La importancia de esta conferencia es que intenta cubrir dos puentes. Uno entre los temas de la gobernanza global, especialmente la agenda de comercio e inversiones, con la disciplina más vinculada a la ecología política, que está siguiendo en América Latina el debate sobre la transición energética, y el segundo puente, entre académicos, intelectuales, activistas y comunidades afectadas por los emprendimientos extractivos”, explicó Luciana Ghiotto, docente e investigadora de la Escuela de Política y Gobierno de la UNSAM y el Transnational Institute (TNI).
Además de los paneles de debate, de los que participaron investigadores y referentes territoriales de distintas provincias de la Argentina y de más de una decena de países, las jornadas incluyeron talleres de trabajo participativo sobre diversas temátivas, como los límites que representan las reglas globales para una transición socioecológica, el rol de las corporaciones en la transición minero-energética y su impacto sobre el ambiente y los derechos laborales y humanos. De ese modo, se promovió el intercambio de experiencias y conocimientos, así como la búsqueda de alternativas y políticas para una disponibilidad energética, social, humana y ambientalmente más justa.
Entre las ideas que atravesaron los distintos paneles y talleres de debates, se destacó la necesidad de pensar alternativas diferentes, construidas desde los territorios, ya que la solución no se trata de un mero cambio de matriz, que reemplace un tipo de energía por otra, sino de un cambio que también incluya otros parámetros de producción y consumo. “Para el caso del litio, se trata de cuestionarnos el consumo de automóviles individuales y replantear las formas de ruralidad, de distribución espacial de lo urbano, y que sean alternativas construidas por los pueblos”, ejemplificó el investigador Ariel Slipak, de de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), en diálogo con TSS.
“A lo largo de la jornadas, se pudo ver la vocación por construir conceptos de transición que no impliquen entender la transición energética no solo como una nueva estrategia de negocios, ahora verde y para ciertas empresas, sino que se puso énfasis en construir una alternativa de cambio a nivel socioecológico global, en la forma de consumir y producir, que no esté basada en falsas soluciones y que sea una alternativa construida por los pueblos”, sintentizó Slipak.
Durante el congreso, se destacó la necesidad de pensar alternativas diferentes, construidas desde los territorios, ya que la solución no se trata de un mero cambio de tecnología por otra, sino de un cambio más profundo que incluya otros parámetros de producción y consumo.
Así, se debatió sobre a qué se denomina transición energética, muchas veces acompañada por adjetivos como verde o sustentable, siempre desde una mirada crítica desde el sur global, dejando en evidencia con datos precisos y ejemplos en distintas partes del mundo sobre quiénes se benefician y quiénes resultan perjudicados en este proceso. El caso del litio en la Argentina es un ejemplo que fue presentado y analizado por distintos expositores durante las jornadas, pero también se mencionaron otros casos similares en Chile, Perú y África, con otros minerales considerados críticos para la transición energética.
“Lo que prevalece en algunos ámbitos empresariales, gubernamentales, e incluso foros internacionales, es una posición en la que parecería que la solución a la crisis en la que estamos es un mero cambio de matriz energética, con menos fósiles y más energía eléctrica basada en fuentes renovables, pero eso tiene una demanda de minerales que es muy elevada y muy nociva en su forma de extracción”, explicó Slipak.
Otro de los temas que se debatieron en estas jornadas estuvo vinculado con las relaciones laborales y sindicales en torno a la generación de energía y la obtención de minerales críticos para la transición. Al respecto, diversos referentes territoriales cuestionaron que la promesa de generación de mejoras en las condiciones de vida de las poblaciones por parte de las corporaciones mineras y extractivas no se produce. Por el contrario, la población no solo permanece pobre, sino que también se ve perjudicada social y ambientalmente por tales actividades.
“El sector de minería y petróleo en la Argentina tuvo, en el cuarto trimestre de 2022, 93.000 puestos de trabajo registrados, un número muy bajo para el mercado de trabajo nacional, que al contrario, genera enormes desigualdades y múltiples formas de discriminación en los territorios”, dijo la investigadora Cecilia Anigstein, del grupo Geopolítica y Bienes Comunes (GyBC), durante un panel titulado “Las cadenas globales de valor de la transición energética, impactos sobre trabajadores, comunidades y ambiente”.
“Hay un imaginario fuerte de que la transición energética supone un cambio de modelo de negocios, se empieza a hablar de empleo verde y pareciera que hay una nueva clase trabajadora, pero en verdad no es una transición, sino una crisis multidimensional con impactos socioecológicos multidimensionales”, afirmó Anigstein, y advirtió que, en el marco de esa crisis, el discurso y la transición energética se estan olvidando los impactos “muy profundos” de la clase trabajadora, sobre todo en los países del sur global. “En general, se habla de los trabajadores del sector energético pero no de qué pasa con los de otros sectores, que se ven afectados pero que resultan esenciales para una transición socioecológica justa y con democracia, como los de la salud, la educación, brigadistas forestales y bomberos”, subraya Anigstein.
El caso del litio en la Argentina es un ejemplo que fue presentado y analizado por distintos expositores durante las jornadas, pero también se mencionaron otros casos similares en Chile, Perú y África, con otros minerales considerados críticos para la transición energética.
La cuestión geopolítica tuvo una mesa especial destinada a profundizar sobre las regulaciones, los marcos juridicos y los tratados de libre comercio, en relación a la transición energética y la crisis climática. Al respecto, Ghiotto, que es especialista en politica internacional, detalló que hay cuatro puntos que prevalecen en los capítulos de energía y materias primas de los tratados de libre comercio (TLC): los principios de libre mercado, que presuponen la eliminación de cualquier restricción a la exportación e importación y a los monopolios; el acceso a transporte para la energía; la coperación en el proceso de transición energética, puntualmente en referencia al hidrógeno verde; así como mantener estándares específicos de cooperación.
“La gobernanza global de la energía está en crisis, como lo muestran los diferentes momentos en que el sistema multilateral debería dar respuestas y no las da, como ocurrió con la pandemia por el Covid-19, o como sucede con el cambio climatico”, afirmó Gonzalo Berrón, de TNI y la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (FES), y advirtió que los denominados stakeholders (que en este caso serían las grandes corporaciones mineras y energéticas) terminan concentrando más poder que los países.
“Hace más de 10 años que estamos articulando voces desde espacios académicos, organizaciones no gubernamentales, actores territoriales, organizaciones sociales y comunidades que están luchando en los territorios, y pudimos consolidar una mirada muy crítica en torno a la transición energética impuesta por las agendas del norte global para la supuesta descarbonización que no están haciendo”, le dijo a TSS la investigadora Melisa Argento, de GyBC, y destacó: “Desde esta perspectiva crítica, consolidada y abonada por diferentes actores, debemos seguir dando un debate y una disputa de sentido en torno a la transición energética, porque lo que vemos en el diálogo sur desde América Latina, África e incluso algunos lugares en Asia, son semejanzas de sures oprimidos”.
El congreso fue organizado por varias diversas instituciones académicas, ambientales y sociales. Además de UNSAM y TNI, participaron FARN, GyBC, Clacso, FES y OpSur.
Por Vanina Lombardi
Fuente: Agencia TSS