Salud – Ser obeso en la infancia se asocia con un riesgo incrementado de padecer diabetes tipo 2 más adelante en la vida pero solo si el exceso de peso continúa en la adolescencia o en la primera edad adulta. Es la principal conclusión a que llega un estudio realizado por investigadores daneses y publicado en el The New England Journal of Medicine, que tras analizar los datos clínicos de más de 62.500 individuos ha concluido que la pubertad es un periodo crítico para realizar intervenciones e intentar evitar que el sobrepeso en la niñez acabe provocando enfermedades metabólicas más adelante en la vida.
Estudios previos ya habían asociado la obesidad infantil con un riesgo incrementado de padecer diabetes tipo 2 de adulto. Lo que los investigadores daneses querían averiguar era si perder peso antes de entrar en la fase adulta podía reducir ese riesgo.
La pubertad es un periodo crítico para realizar intervenciones y evitar que el sobrepeso en la niñez acabe provocando enfermedades metabólicas de adulto.
“Ya sabíamos que los niños con un índice de masa corporal elevado tenían un riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 más adelante en la vida”, explica a Big Vang por teléfono Lise G. Bjerregaard, del Centro de Investigación Clínica y Prevención de Enfermedades del Hospital Bispebjerg y Frederiksberg, en Dinamarca, y primera autora de este trabajo.
“Sabíamos también que la pérdida de peso en la primera edad adulta podría retrasar la aparición de la diabetes tipo 2. Lo que no se sabía y era precisamente lo que pretendíamos averiguar era si la pérdida de peso en la infancia podía influir en el riesgo de diabetes tipo 2. Nuestra hipótesis era que, como ocurre en los adultos, los niños también se beneficiarían de la pérdida de peso. Y eso es precisamente lo que hemos visto”, añade.
La mayoría de intervenciones en salud pública van dirigidas a intentar que los adultos adelgacen, puesto que se ha visto que eso retrasa la aparición de esta enfermedad metabólica en aquellas personas que tienen un riesgo elevado de padecerla. Y en lo que respecta a niños se sabe que un índice de masa corporal elevado, incluso a niveles por debajo de las actuales clasificaciones de sobrepeso, se asocian a un riesgo incrementado de diabetes tipo 2 en la edad adulta.
Se espera que para 2025 haya 70 millones de niños obesos en el planeta.
En la actualidad el 23% de los niños de todo el mundo tienen sobrepeso o son obesos. Y si continúa la tendencia actual, se espera que para 2025 haya 70 millones de niños obesos en el planeta. La gran mayoría viven en países desarrollados, donde la tasa de incremento es un 30% superior a la de las naciones en vías de desarrollo. Si no realiza ninguna intervención, los niños continúan siendo obesos en la adolescencia y la edad adulta, lo que comporta problemas de salud y un riesgo de padecer enfermedades como el cáncer, cardiopatías o diabetes tipo 2.
Los investigadores daneses utilizaron para este estudio una base de datos de los colegios de Copenhague que incluye a prácticamente todos los niños que nacieron entre 1930 y 1989. Esta base de datos contenía los registros de peso y altura de los chavales año a año. A continuación, cruzaron los datos con los registros del servicio militar del país, que implica un examen médico obligatorio; así como con los datos de hospitales públicos, para saber si habían sido diagnosticados como diabéticos y cuándo.
“Pretendíamos averiguar si la pérdida de peso en la infancia podía influir en el riesgo de diabetes tipo 2. Nuestra hipótesis era que, como ocurre en los adultos, los niños también se beneficiarían de la pérdida de peso. Y así es”.
Así pues, para 62, 565 hombres sabían cuál era su peso y altura a los 7 años de edad, a los 13 y entre los 17 y los 26. También conocían quiénes de ellos habían acabado desarrollando diabetes y cuándo habían recibido el diagnóstico. De toda la muestra, el 10.7% de los hombres recibieron un diagnóstico de diabetes tipo 2. Y los científicos vieron que la prevalencia de sobrepeso aumentó de 5,4% a los 7 años, al 8.2% en la primera edad adulta. Y tal como esperaban, el sobrepeso en todas las edades estaba correlacionado con un riesgo aumentado de diabetes.
“Vimos que la asociación entre peso y enfermedad era más mayor cuanto más edad tuviera el individuo, lo que además se vinculaba con recibir antes un diagnóstico de diabetes tipo 2”, indica Bjerregaard.
Sin embargo, e interesantemente, los investigadores también observaron que aquellos hombres que habían dejado de tener sobrepeso antes de los 13 años de edad conseguían rebajar su riesgo de padecer la enfermedad y equipararlo al de aquellas personas que nunca habían tenido sobrepeso. De ahí que los investigadores señalen que las políticas de intervención de salud públicas deberían realizarse antes de la adolescencia.
“Creemos que normalizar el índice de masa corporal antes de ese periodo podría reducir el riesgo de acabar desarrollando la enfermedad”, destaca Bjerregaard.
Y es que la pubertad, señalan los científicos en el estudio, es un periodo que desempeña un papel clave en el posterior desarrollo de la diabetes tipo 2 y que, además, está asociado a un descenso marcado de la sensibilidad a la insulina. Y, según han visto en este estudio, el sobrepeso en la adolescencia parece ser un factor clave implicado en el aumento del riesgo de enfermedad metabólica en la vida adulta.
A pesar de que este estudio, financiado por el Programa Horizon 2020 de la Unión Europea y el Consejo Europeo de Investigación, cuenta con una muestra elevada de individuos de quienes se tienen varias décadas de datos, se ha centrado solo en hombres. De ahí que ahora los investigadores quieran intentar obtener datos similares para mujeres para comprobar si el efecto de la pérdida de peso antes de la adolescencia se da en ambos sexos.
La adolescencia es un periodo crítico en el posterior desarrollo de la diabetes tipo 2.
“También queremos explorar otras franjas de edad. En este estudio, la primera edad adulta de media eran 18 años. Queremos ver qué ocurre más adelante, por ejemplo a los 40”, indica Bjerregaard, que apostilla “y obtener datos de poblaciones actuales, que están seguramente expuestas a un ambiente más obesogénico [que influye para la aparición de la obesidad] que la muestra que hemos estudiado. El ambiente a que están ahora expuestos los chavales promueve la obesidad y hace que sea más difícil perder peso”.
El ambiente a que están ahora expuestos los chavales promueve la obesidad y hace que sea más difícil perder peso.
Fuente: La Vanguardia