Investigadores del CONICET y la Universidad Nacional del Sur trabajan en el diseño de una emulsión que, además de proteger contra los rayos UV, tendrá propiedades repelentes, antiinflamatorias y antioxidantes. Buscan lograr un producto más económico que los que existen actualmente y agregar valor a la producción de pymes de Bahía Blanca y alrededores.
Además de tener que soportar las altas temperaturas, el verano es una temporada que viene con otros desafíos inherentes en materia de salud, como proteger la piel de los rayos UV y esquivar la picadura del Aedes aegypti, mosquito transmisor de enfermedades como dengue, zika y chikungunya.
Con la idea de lograr un producto que atienda estas problemáticas a menor costo y que potencie la producción de las economías regionales, investigadores del Instituto de Química del Sur (INQUISUR), perteneciente al CONICET y a la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca, trabajan en el desarrollo de un protector solar que también funcione como repelente de mosquitos y tenga propiedades antinflamatorias y antioxidantes.
“La exposición al sol sin protección y a las picaduras de insectos transmisores de enfermedades son dos problemáticas que se combinan principalmente en la época estival, por lo que pensamos en formular un producto que diera solución a ambas cosas. También quisimos dotarlos de otras características que los hicieran distintivos de las formulaciones comerciales y le agregamos acción antiinflamatoria y antioxidante, para ayudar a mitigar problemas asociados a la exposición”, cuenta a TSS la doctora en Química Verónica Lasalle, investigadora del CONICET y una de las directoras del proyecto.
El equipo que trabaja en el desarrollo del filtro solar está compuesto por dos grupos del INQUISUR: el de Nanomateriales Híbridos Aplicados (NanoHiap), liderado por Lasalle, y el de Sistemas Organizados y Desarrollos Analíticos (SODA), dirigido por el investigador Marcos Grunhut. También participa en el proyecto la ingeniera Analía Guerrero por parte de la microempresa Peñenwen Cosmética Natural, de Bahía Blanca. El proyecto del filtro solar comenzó a partir de obtener un subsidio de los Fondos de Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires (FITBA) en 2022 pero está basado en el conocimiento generado por ambos grupos durante décadas de trabajo.
La emulsión fue bautizada como Reprotector UV y contiene nanopartículas de óxido de zinc y dióxido de titanio, aprobadas para la elaboración de cosméticos naturales y orgánicos según los estándares internacionales. Estas nanopartículas generan un filtro de tipo físico y son las responsables del efecto fotoprotector.
«Lo que logramos con esa disminución de tamaño es que el producto no genere ese efecto blanquecino que suelen generar los protectores solares», dice Lasalle.
“En muchos protectores se suelen usar estas partículas a escala micrométrica, nosotros lo usamos a escala nanométrica. Lo que logramos con esa disminución de tamaño es que el producto no genere ese efecto blanquecino que suelen generar los protectores solares. Además aumenta la eficiencia relacionado con la cantidad que se necesita para obtener el mismo nivel de protección”, explica Lasalle. Según los resultados obtenidos hasta el momento en el laboratorio, el producto en desarrollo se acerca a lo que sería un factor 30 de protección solar.
Otro aspecto innovador del filtro es que es una formulación ideada en el marco de la cosmética natural. Por lo tanto, se buscó que todos los ingredientes sean naturales. Para lograr las propiedades repelentes y la capacidad antiinflamatoria y antioxidante, utilizan distintas combinaciones de aceites esenciales provenientes de plantas aromáticas (como cymbopogon, ocimum y eucalipto). Además, los investigadores buscan que los ingredientes e insumos sean accesibles y de bajo costo, por lo que algunos se consiguen a nivel nacional y otros son sintetizados en el laboratorio.
“Ahora estamos terminando los ensayos de repelencia en mosquitos. Una vez que tengamos esos resultados, junto con otras pruebas de eficacia y seguridad, vamos a seleccionar las formulaciones más aptas y a realizar una primera escala con la emprendedora que nos acompaña. Para eso, vamos a necesitar cumplir con las regulaciones de la provincia de Buenos Aires y luego obtener la aprobación de la ANMAT”, indica la investigadora y agrega que los tiempos que lleven las próximas etapas dependerán de los financiamientos que puedan conseguir.
“La exposición al sol sin protección y a las picaduras de insectos transmisores de enfermedades son dos problemáticas que se combinan principalmente en la época estival, por lo que pensamos en formular un producto que diera solución a ambas cosas», explica Lasalle.
En cuanto a la transferencia del conocimiento, el primer paso será transferirlo a Peñenwen Cosmética Natural, con un producción artesanal. Después de esa primera experiencia evaluarán cómo seguir pero una posibilidad es expandir a otras pymes de la zona, ya que la idea es ayudar a impulsar las economías regionales. Si bien todavía es pronto para definir cuánto costará el protector solar, Lasalle afirma que el costo será menor que comprar un repelente y un protector por separado.
La investigadora remarca la importancia de que haya inversión en ciencia sostenida en el tiempo para poder generar productos y conocimientos que lleguen a tener un impacto concreto en la vida de las personas. “Nosotros venimos trabajando desde hace décadas en el diseño de nanopartículas y el desarrollo de microemulsiones, y para esto se necesita financiamiento a largo plazo y recursos humanos. La labor más valiosa en este tipo de proyectos está dada por los becarios. Sin ellos, este proyecto como tantos otros no sería posible. Son personas que se han formado durante años y al ver comprometida su posibilidad de seguir trabajando se van y no se recuperan”, sostiene Lasalle, en referencia a la falta de financiamiento para el sistema científico argentino por parte del Gobierno actual.
Entre los problemas que vienen denunciando las y los científicos, están la falta de efectivización de los ingresos al CONICET, tanto de becarios como de investigadores, y la rescisión de contratos de personal administrativo. Lasalle comenta que esto es algo que ya está empezando a afectar el trabajo de investigación en los institutos. “La falta de personal y la incerteza de saber si vamos a poder sumar becarios para continuar proyectos y comenzar otros nuevos nos está poniendo en una situación bastante compleja. Esto se solucionaría si la ciencia y la tecnología fuesen una política de estado genuina y no un resorte que cada gobierno toma o no según cuál sea su ideología”, finalizó.
Por Nadia Luna
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Agencia TSS