La movilización como síntoma de un malestar transversal

El intento de reducir la movilización masiva de ayer a una expresión exclusiva de La Cámpora no solo refleja una mirada simplista, sino que también expone una incapacidad política para interpretar el contexto multidimensional detrás de la protesta. Analizar este fenómeno desde un solo ángulo ideológico (como lo hace LLA, asumiendo que todo responde a un grupo kirchnerista) equivale a ignorar las tensiones estructurales, sociales y económicas que atraviesa Argentina, y que explotan en actos colectivos de esta magnitud.

La movilización como síntoma de un malestar transversal

La marcha no fue un acto partidario, sino un termómetro social. Argentina enfrenta una crisis inflacionaria galopante (superando el 280% interanual), ajustes brutales en servicios públicos, desempleo creciente y un descontento generalizado con la gestión de Milei.

Esto moviliza no solo a sectores kirchneristas, sino a:

Sindicatos y trabajadores informales (afectados por la flexibilización laboral).

Estudiantes y docentes (por el desfinanciamiento educativo).

Movimientos sociales no alineados (como Barrios de Pie o la CTEP).

Ciudadanos no politizados que perciben un deterioro acelerado de su calidad de vida.

Reducir esto a “La Cámpora” es ignorar que el kirchnerismo, aunque presente y aun que le pese, ya no monopoliza la protesta social como en 2008-2015. Hoy es un actor más en un mapa fragmentado.

*LLA y su mirada reduccionista: ¿estrategia o ceguera? *

La insistencia de La Libertad Avanza (LLA) en vincular toda movilización opositora al kirchnerismo responde a un relato polarizador que busca simplificar el conflicto como “ellos vs. nosotros”. Este enfoque:

Deslegitima demandas genuinas (ej.: reclamos por tarifas o salarios).

Refleja una subestimación de la complejidad social, al no reconocer que incluso sectores no peronistas rechazan políticas de shock sin amortiguadores.

Debilita su propio discurso, al no proponer diálogo con una ciudadanía diversa que exige respuestas, no enemigos.

Es un error táctico: en un escenario de crisis, la negación de la pluralidad de voces solo alimenta más resistencia.

  1. *La Cámpora: ¿protagonista o actor secundario? *

Es cierto que el kirchnerismo intenta capitalizar el descontento (como hizo históricamente), pero su influencia hoy es limitada:

La juventud movilizada no es monolítica: hay anarquistas, independientes, y hasta radicales desencantados.

El peronismo está dividido: muchos gobernadores e intendentes evitan alinearse abiertamente con La Cámpora para no quemarse ante un electorado cansado de la grieta.

La protesta tuvo un componente espontáneo: redes sociales y asambleas barriales organizaron gran parte de la convocatoria, sin estructuras partidarias tradicionales.

  1. Consecuencias de una lectura errónea

Si LLA insiste en atribuir toda movilización a “los K”, corre el riesgo de:

Perder contacto con la realidad social, creyendo que el descontento se reduce a una “operación política”.

Fortalecer al kirchnerismo, al darle una centralidad que hoy no tiene.

Radicalizar a sectores moderados, que podrían ver al gobierno como sordo ante sus necesidades.

  1. Conclusión: La protesta como espejo de una Argentina fracturada

La marcha fue un grito heterogéneo contra un modelo que profundiza la pobreza (57% según INDEC) y la exclusión. Quienes la reduzcan a un mero operativo kirchnerista están cometiendo el mismo error que los gobiernos que colapsaron por no escuchar a las calles: subestimar la autonomía de una sociedad hastiada de recetas únicas y discursos binarios. La verdadera lectura debe reconocer la una multicausalidad del conflicto y la urgencia de políticas que prioricen el diálogo, no la confrontación.

 

Roberto J. Vargas Secretario General UTHGRA VIEDMA