Bariloche.-Más de dos meses sin Rafita, sin su mirada calmada, sin sus ocurrencias, su ir y venir buscavida, su amor por sus hermanos, su entrega a sus amigos, sus ganas de aprender, de trabajar, de una vida buena.
El Estado Nacional usando a algunos prefectos, capaz que menores que él, lo mató por la espalda, pronto sabremos el nombre del otro pibe que apretó el gatillo, tal vez se le imponga alguna pena, un pibe de alrededor de 20 años con un ametralladora, la cabeza lavada, al que se le ordena que, “por la patria”, combata a esos indios terroristas, lo escucha por TV todo el día, lo dicen los periodistas serios de Buenos Aires, lo repiten lo funcionarios, por lo que sin duda debe ser verdad, deben ser peligrosos terroristas, el pibe arma debe haber llegado con los nervios rotos por “entrar en acción” por fin, seguro más allá estarían los jefes, que seguro sabían que eso de “mapuches terroristas” era un chamuyo, porque seguro eran de la zona y seguro conocían a muchos mapuches, pero si las fuerzas de seguridad tienen un enemigo peligroso y pueden “defender la patria”, ¡eso nos conviene a todos!, deben haber pensado los jefes, que además estarían ansiosos por mostrarse con los nuevo jefes de la capital, con la ministra que tanto la gusta a los medios, un deber bien hecho significa ascensos, presupuesto, reconocimiento, todos hacemos lo que sea por reconocimiento, los militares también, … y también la ministra, ansiosa de que no se hable de sus intoxicaciones alcohólicas, y se lo haga mejor de su capacidad para luchar contra el narcotráfico y los terroristas, ella que lo sabe bien de adentro eso de ser etiquetada terrorista, pero como todo vuelve ahora es ella la que puede etiquetar, y lo hace muy eficientemente.
Y también nuestro presidente, que es muy amigo de todos los millonarios que quieren las tierras de la zona limpias de indios, un presidente que piensa que todos los sudamericanos vinimos de Europa, que no se enteró que casi el 10% de la población es originaria pura, pero más del 60% lleva algún porcentaje importante de sangre originaria en sus venas, esa sangre de los abuelos que cada tanto aparecen en los recuerdos borrosos y los interpelan sobre quiénes son, y aunque todo el mundo grite lo contrario ese susurro interior hace que un día Rafita vaya a apoyar a la tía a su comunidad, y ahí encuentra la muerte injusta, asesina, mezquina muerte por la espalda, muerte seguramente impune, porque la mitad del país califica para autor ideológico, y por todo eso es tan difícil, y por todo eso a Rafita se lo extraña tanto.
En 2015 escribí una letra que formaría parte del segundo espectáculo de la MugraZurga, la murga se desarmó unos meses después, la letra nunca se llegó a cantar, la Mugrazurga se volverá a reunir en este carnaval de 2018 por única vez como un llamado de emergencia, por eso al reunirnos a ensayar pude encontrar viejas letras entre las que estaba “Despierta el abuelo” y me acordé de Rafita, y me lo imaginé en los día previos a su muerte con sus abuelos conversando en su interior, y lo extrañé más.
Despierta el abuelo
Despierta el abuelo, en cada amanecer frío, despierta su baile, su choike purrun
Lánguido despereza el alma, despierta el abuelo, su rostro vuelve a mí desde lejos
Primero borroso, después Inundado de sol en el recuerdo, los olores, los sauces más allá, y el arroyo cantor.
Despierta la ñuke también, y su cálida falda me da vida de niño feliz.
El fuego, silencio, humo, susurro de amor, kultrun y calor, despierta mi ñuke.
Vuelven como el sol, que siempre vuelve, como el recuerdo que no puede morir, que no pueden matar, que no pueden ahogar, que siempre renace.
Mi alma viajera también vuelve al pago interior, siempre se vuelve al amor.
Despierta el abuelo, olor animal, mirada de fuego, de tierra ancestral.
Mi espíritu tiembla arrasado en la tormenta furiosa de la mapu interior.
La soberbia ciudad se derrumba, sus columnas expiran ante tanto calor.
Ya no hay bandera, ni etiqueta, ni acto menor, solo fuego ancestral, mi abuelo interior
Despierta la ñuke, se levanta altiva, sonríe sin voz, me mira y sonríe, y destruye el dolor
Susurros del alma conversan en mí, son sus voces, de calor ancestral, de ruca poblada de amor.
Mapuche!, mapuche! El sueño terminó, levanta tu alma, tu grito interior.
El abuelo y la ñuke conversan en mí, no mueren, no pierden, se quedan ahí.
Cada tanto tranquilos se ponen a hablar, y me recuerdan que la tierra es la madre mayor
Que siempre me espera, que vuelva a surgir, como la vida, como el abuelo, como la ñuke, como el sol.
Fernando Fernández Herrero
Fuente: Prensa SEDRONAR Bariloche