Una devaluación tan brusca como la del presente año escapa a los cálculos de cualquier actividad privada, pero impacta de grado diferente según las características de cada empresa.
Si bien provoca en general un aumento de los costos, la capacidad de absorberlos varía de acuerdo a las posibilidades de financiamiento que cuente cada empresa y al margen que tenga para variar el precio de venta de su producto o servicio.
La situación del grueso de los fruticultures de Río Negro y Neuquén está lejos de ser la ideal para enfrentar estos cambios imprevistos. Desfinanciados por continuas temporadas de rentabilidad negativa, con deudas que fueron contraídas como única alternativa para llegar a la pasada cosecha con las labores culturales terminadas y sin posibilidades de exigir para la próxima temporada un precio justo por encima del costo de producción.
Resulta curioso que las empresas proveedoras de servicios sean compensadas por los efectos de la devaluación y no a los productores que están en riesgo de desaparecer, por el contrario el ejecutivo nacional está preocupado por ver como cobrar los créditos otorgados el pasado año.
Urgentemente debemos dar alivio a la actividad prorrogando los créditos por un año, creando un plan sanitario para llegar a la próxima temporada con estándares sanitarios óptimos y de una vez por todas intervenir desde el estado defendiendo al eslabón más débil de la cadena para que le llegue un precio justo.
Fuente: Prensa senadora Magdalena Odarda Partido RIO