El 29 de marzo de 1919 nacía en la ciudad de Córdoba quien hoy es uno de los padres de la física en Argentina: José Antonio Balseiro. Padre, esposo, científico, docente, mentor y fundador del instituto que hoy lleva su apellido, a pesar de haber fallecido muy joven, a los casi 43 años, su legado es gigantesco. En esta nota aniversario, un repaso por su vida.
En las aulas, el silencio es interrumpido por lápices que se mueven o algunas preguntas a los profesores. Se respira concentración y aprendizaje. Es día de exámenes parciales, y afuera el sol otoñal anuncia la tradicional semana de descanso que hay en esta época del año después de un primer tramo intensivo de estudio. A 100 años del nacimiento del primer director y uno de los fundadores del Instituto Balseiro, su legado está más vivo que nunca.
José Antonio Balseiro, que nació el 29 de marzo de 1919, es uno de los grandes responsables de la creación del entonces llamado “Instituto de Física de Bariloche”. Creado el 22 de abril de 1955 por un convenio entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), inició sus clases el 1 de agosto de ese mismo año. Esta institución, desde sus orígenes, propuso becar a todos sus estudiantes para que se dedicasen prioritariamente al estudio.
El primer director de este instituto de educación universitaria pública creció en su ciudad natal, Córdoba, y más adelante se mudó a la ciudad de Bariloche para cumplir un sueño compartido principalmente con sus colegas Enrique Gaviola y Mario Báncora. Ese sueño era crear un lugar de enseñanza de la física referente a nivel nacional e internacional, alejado de las grandes capitales y con profesores que fueran investigadores o tecnólogos en laboratorios o grupos en el mismo entorno.
En la actualidad, con una oferta académica que incluye cuatro carreras de grado y siete de posgrado en distintos campos de la física e ingeniería, el instituto que imaginó José Balseiro seguramente sobrepasó sus expectativas. Si uno tomase una fotografía espontánea de este lugar, podría ver que hoy tiene unos 130 alumnos de grado, 75 de maestrías y 100 de doctorados. Su plantel docente está compuesto por casi 200 referentes de la ciencia y la tecnología, y su personal de apoyo académico consta de unos 40 profesionales.
En el plano personal, José Balseiro también dejó un gran legado: junto con su esposa “Covita” tuvo cuatro hijos, que les dieron 11 nietos y siete bisnietos. Algunos se dedicaron a la ciencia, incluyendo la física, la biología y las matemáticas, y otros buscaron sus caminos por distintas ramas del arte, como la arquitectura, la música, el cine, la televisión y hasta la cocina.
EDUCACIÓN Y CIENCIA
Egresado del Colegio Nacional de Montserrat, el “Montse”, como le dicen los cordobeses, en 1938, José Balseiro decidió que la mejor carrera para seguir formándose era el Doctorado en Físicomatemáticas en La Plata. Para poder viajar y mantenerse allí, argumentó ante un jurado de la Universidad Nacional de Córdoba y ganó una beca que le cubrió los estudios en la capital bonaerense. Sería la primera de las tantas becas que le ayudarían a estudiar posteriormente y que le forjó su sólida convicción sobre la importancia de las becas para estudiar.
En La Plata conocería al científico Guido Beck, que había llegado a Argentina en 1943, y con quien luego trabajaría en el Observatorio astronómico de Córdoba, de 1945 a 1947. En Argentina en esa época el campo de la física estaba aun en ciernes. Balseiro defendió su tesis doctoral en 1944 y cuatro años después se casó con María Mercedes Cueto, “Covita”. En esa época volvió a dar clases en La Plata, y ya en 1950 partiría hacia la ciudad inglesa de Manchester para formarse con una beca del Consejo Británico.
Su primera hija, Beatriz había nacido en 1949 y su hijo Carlos nació mientras él estaba en Gran Bretaña, en 1951. Ese mismo año, en Europa, José Balseiro asistiría al congreso internacional de física realizado en Copenhague, donde conocería a físicos como Niels Bohr, y a la Reunión Internacional de Física en representación de la Asociación Física Argentina, fundada en 1944.
En 1952, tres años antes de la creación del ahora llamado “Instituto Balseiro”, el físico cordobés fue llamado por el gobierno argentino para regresar de Argentina, desde Manchester: debía integrar una comisión investigadora del proyecto de la Isla Huemul. La historia está rodeada de mitos y quizás no es ampliamente conocida a nivel nacional por el público general. En síntesis, el científico austríaco Ronald Richter había afirmado que había logrado generar la fusión nuclear (cuando dos átomos “unen” sus núcleos y liberan energía, a diferencia de la fisión nuclear, que es cuando un átomo se divide en dos). Esa tecnología no era dominada por ningún otro país en ese entonces y se habían invertido millones de pesos del Estado nacional en ese proyecto.
La comisión investigadora a cargo de comprobar la veracidad de esa afirmación estuvo compuesta por José Balseiro, Mario Báncora, Manuel Beninson, Otto Gamba y Juan Bussolini. La conclusión fue concluyente: no había evidencias que respaldasen la afirmación de Richter, algo que generó a su vez conciencia sobre la necesidad de formar a científicos y tecnólogos en Argentina. Esto llevó a que Balseiro, junto con Gaviola y Báncora, propusieran a la Comisión de Energía Atómica y la Universidad Nacional de Cuyo generar un instituto para formar físicos del más alto nivel internacional.
A fines de 1952, Balseiro fue designado director del Instituto de Física de la Universidad de Buenos Aires. Los cursos de verano para estudiantes de física, organizados en las instalaciones del actual Centro Atómico Bariloche, que se realizaron con éxito entre 1954 y 1955, mostraron la factibilidad de cumplir el sueño de un instituto de investigación y docencia en esta ciudad austral.
En 1953, había nacido su hija Mónica; y en 1956, su hijo Esteban. Desde 1955, la familia Balseiro ya vivía en Bariloche. José Balseiro se convirtió en el primer director del Instituto de Física, con todo el trabajo y el esfuerzo que eso implicada. La primera promoción de estudiantes estuvo compuesta por 15 jóvenes provenientes de distintas ciudades de Argentina, que habían sido seleccionados luego de un examen en Buenos Aires. Todos ellos fueron becados por CNEA, para poder vivir y estudiar en Bariloche. Esta política de becas completas continúa a 63 años de la creación de este lugar.
En 1958, José Balseiro fue designado director del Centro Atómico Bariloche y confirmado como director del Instituto de Física. Tenía 39 años de edad. En 1959, fue elegido presidente de la Asociación Física Argentina y en 1961, miembro correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba y también de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires, entre tantos otros reconocimientos de aquella época.
El 26 de marzo de 1962, los 42 años, en pleno auge de su vida familiar y profesional, José Balseiro falleció en Bariloche a causa de una leucemia. Sus ex alumnos, muchos de ellos ya egresados (la primera promoción de físicos se recibió en 1958), y sus colegas docentes e investigadores o tecnólogos, no dudaron en “tomar la posta” y en continuar trabajando para sacar adelante su proyecto. Ellos también propusieron ubicar su tumba en el mismo predio del instituto.
En el 100 aniversario del nacimiento de José Balseiro, en el instituto se realizó este viernes 29 de marzo un acto homenaje en su tumba, que está en el parque principal del campus universitario integrado al Centro Atómico Bariloche. La Asociación de ex Alumnos del Instituto Balseiro también organizó un coloquio especial para conmemorar esta fecha especial, y su expositora fue la doctora en Física Karen Hallberg, recientemente premiada en Argentina y París por su trabajo la investigación de la materia condensada.
Hace pocos días, el Concejo Deliberante de la ciudad de Bariloche decidió denominar “Paseo de la ciencia José Balseiro” a una de las calles del Centro Cívico a modo de reconocimiento del legado de este fundador de un capítulo de la historia de la ciencia y la tecnología en Argentina. En el acto que se hizo esa mañana también se instalaron placas con nombres de varios de los docentes de los primeros años del Instituto de Física. Participaron muchos de aquellos primeros graduados y docentes del hoy llamado Instituto Balseiro. También estaban sus cuatro hijos y varios de sus nietos.
Beatriz Balseiro, la hija mayor de José Antonio Balseiro, quien estuvo acompañada por sus hermanos Carlos, Esteban y Beatriz, cerró el acto agradeciendo al Concejo Deliberante de Bariloche y quienes llevaron adelante este proyecto: “Es un honor y un orgullo, y me alegra mucho que este reconocimiento no sea sólo al Dr. Balseiro sino a gran parte de la gente que lo acompañó”, dijo.
Mientras tanto, la vida cotidiana en el actual Instituto Balseiro sigue su curso: el día de exámenes parciales antecede la semanita de unos pocos días de descanso. Luego vendrá nuevamente la época de estudio intensivo, en un campus con laboratorios rodeados de montañas, lagos y ríos. El ritmo de la vida continúa, sin dejar de lado a la memoria.
Por Laura García Oviedo / Área de Comunicación del Instituto Balseiro