Ambas partes apuestan a recomponer la relación tras la polémica por los problemas de competitividad y los precios; en el oficialismo reclaman un “rol más proactivo” de los ejecutivos
La consigna compartida es bajar la espuma de la confrontación. Pero ni el Gobierno ni los empresarios de la UIA esperan que mañana, cuando se reúnan, haya un cambio de posiciones. Es más: en la Casa Rosada tienen previsto pedirles a los industriales que se muestren más dinámicos y creativos para sortear los problemas de competitividad de varios sectores, pero no piensan cambiar su hoja de ruta.
“Deben ser más proactivos, tomar la iniciativa, no solamente plantear demandas de temas que ya estamos cumpliendo”, sintetiza uno de los funcionarios que siguen el tema.
En el encuentro de mañana estarán el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Producción, Francisco Cabrera, por un lado, y el presidente y los vicepresidentes de la UIA, Miguel Acevedo, Daniel Funes de Rioja y Luis Betnaza, por el otro.
Cada parte llevará una lista de reclamos, pero matizados por la voluntad común de bajar el tono de los chispazos que se iniciaron con las filtraciones de las quejas industriales y escalaron con declaraciones de Cabrera y José Urtubey, pero también con referencias del presidente Mauricio Macri al acostumbramiento empresarial a las políticas de Guillermo Moreno.
“El llanto no es consistente con el diálogo que tienen con nosotros. No hay nada que no esté en la mesa de discusión. Lo que pasa es que algunos sectores siguen esperando al modo antiguo que el Estado les resuelva todos los problemas”, se quejan en el Gobierno, en áreas en donde perdura el malestar por los planteos empresariales. Allí descartan que vaya a haber nuevas medidas para conformar a los industriales.
“Atendemos a todos los sectores, tocamos temas de competencia, retenciones, reintegros, medidas de desburocratización, bajas de impuestos y de ART, peleamos por mercados en el mundo. Les puede parecer muy gradual, pero ellos también se benefician de la gradualidad en otros aspectos”, repiten en Producción para destacar que las demandas planteadas por los industriales han sido atendidas.
Ante la tensión, la Jefatura de Gabinete juega el rol componedor. Peña visitó a Paolo Rocca, de Techint, esta semana, en un encuentro que, según el propio funcionario, estaba programado hace un mes.
“El problema está sobredimensionado. Se trató de un chisporroteo declarativo. Hay una mirada convergente en las mesas de trabajo. No es una crisis”, señalan en su entorno, con su clásico estilo desdramatizado.
Sin embargo, también destacan que para mañana “no hay que llevarles nada. Se hicieron miles de cosas y hay muchas más en marcha. No les pedimos que inviertan, porque a nadie se le puede exigir eso, pero sí que tengan un rol más proactivo, más iniciativa”. Diálogo, pero postura inflexible, es la consigna oficial.
En la UIA también van a la reunión con la consigna de “recomponer la relación” y con la admisión de que mantienen un “diálogo fluido” con el Gobierno, que era imposible con la gestión anterior. Pero uno de sus referentes reconoce que “puede ser que lo que estemos viendo sea un desgaste de dos años de relación. Por ahí necesitamos más un psicólogo”. Ellos también están sorprendidos de las dificultades que encuentran con una administración formateada en el sector privado.
Las diferencias
Los dos reclamos más importantes de los industriales son el nivel de apertura para las importaciones y los costos de producción. No mencionan el tema devaluación, aunque en el Gobierno creen que es solo porque no se animan a decirlo, menos después de las recientes subas del dólar.
El tema importaciones divide profundamente las aguas. La cuestión de las latas de tomate es solo la punta del iceberg.
El Gobierno no está dispuesto a ceder; los empresarios entienden que necesitan un esquema más gradual porque ven casos de dumping. En este punto no hay acuerdo. Ni siquiera tienen la misma visión respecto del crecimiento de la importación de bienes de capital: para unos es síntoma de inversión productiva; para los otros, el reemplazo de cadenas locales.
En la cuestión de los costos se produce una situación distinta: en la Casa Rosada aseguran que se adoptaron muchas medidas para reducirlos (pacto fiscal, reforma impositiva, etc), pero los industriales afirman que su impacto ha sido irrelevante porque muchas se aplicarán a futuro. Ponen como ejemplo la baja de ingresos brutos.
Como se estableció un cronograma de reducción de ingresos brutos, algunas provincias que no cobraban o tenían alícuotas mínimas, subieron el gravamen para después ir bajándolo de acuerdo al esquema prefijado. “Una de esas provincias es Salta, de donde viene (Juan Manuel) Urtubey, uno de los que se quejó en estos días”, retrucan en el Gobierno.
Tampoco hay consenso en la dinámica que muestra la actividad económica.
En el edificio multiministerial donde antes funcionaba Economía aseguran que no hay dudas del crecimiento y ponen el acento en sectores como la construcción, los autos, las motos, acero y aluminio, entre otros. Solo reconocen los problemas de la industria textil y del calzado. Cuando se les pregunta por el consumo masivo, admiten que bajó un 2% y que este año no mejorará (no así el consumo de bienes durables, que escaló). Pero lo atribuyen a un cambio de tendencia. “Ahora la gente prefiere ahorrar para sacar un crédito hipotecario y no tanto gastar en el consumo diario”, argumentan.
El diagnóstico
En la UIA, la mirada sobre el comportamiento de la economía es distinta: “Hay un primer nivel, que es la obra pública y la construcción reactivada por créditos, que está bien. Un segundo nivel, en donde están por ejemplo los alimentos, que ni sube ni baja. Y un tercero que está menos 15 o menos 20, que es el que marca la tendencia negativa”.
Por eso, todos los actores sugieren que mañana habrá una foto de concordia y un compromiso de trabajo conjunto.
Pero todavía no emerge con claridad cómo sobrellevar los efectos de la larga transición entre el esquema estatista del kirchnerismo y el aperturista del macrismo
Por: Jorge Liotti
Fuente: La Nacion