Cuesta entender que en momentos en que la solidaridad es la norma en todo el mundo, un grupo de poderosas empresas optan por cartelizarse y desarrollar prácticas extorsivas y mafiosas.
Ante la crisis que ataca al sector hidrocarburífero, derivada de un “cisne negro” impensado hace unos meses, este grupo de empresas multinacionales optan por mostrar la peor cara posible y desechar como papel viejo toda la ética que se cansan de declamar cuando las tajadas de torta son grandes y les engordan los bolsillos.
Es difícil comprender como tras haber firmado un acuerdo multipartito con operadoras y organizaciones sindicales de todo el país, estas empresas de servicios deciden usar a los trabajadores y a sus familias como rehenes para obtener vaya a a saber que rédito.
En extensas notas a sus empleados amenazan con pagar salarios en cuotas, porcentajes inferiores a los recortes ya acordados o directamente no pagar nada, sin reparar que tras ese trabajador hay una familia. Esa persona que para ellos no tiene rostro ni alma en definitiva es víctima de una vergonzosa miserabilidad empresaria. No solo amenazan al hombre o mujer como individuo, sino que incumplen la ley argentina y juegan con el destino de cientos de pequeñas empresas que fueron contratadas y que ahora tampoco cobran los servicios prestados.
Todo cruje en el mundo y estas empresas, que ya cobraron los servicios prestados en los meses de marzo y febrero, se niegan a cumplir aquello que rubricaron ante el ministerio de Trabajo aduciendo baja de la actividad. Mienten y pretenden, todos al unísono, usar a los trabajadores como elemento de presión. Es una descarnada radiografía de la sordidez y mezquindad.
Esa escasez ética tendrá su correlato en las instituciones legales previstas dentro de los convenios firmados. Simplemente se trata de advertir que de persistir en esta prácticas vidriosas se avanzará, con nombre y apellido de cada empresa, en denuncias ante las autoridades administrativas del ministerio de Trabajo de la Nación, la CGT y Organizaciones Internacionales como la OIT. Nadie puede livianamente tomar la actitud de la anomia sin pagar por ello las consecuencias.
Cuando todos cedieron, y los trabajadores más que nadie, estas empresas que muy bien les fue cuando el viento soplaba a favor, ahora solo saben esconder la mano de la solidaridad.
Quizás deban recapacitar y entender que tras esta crisis la actividad volverá a empujar la economía del país. Ellos volverán a trabajar y hablarán de ética y buenas prácticas empresarias. Es ahora, cuando hace falta, que deben hacer gala de eso que pregonan.
Fuente: Prensa Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa