Buenos Aires. -En agosto pasado se publicaron los resultados de la “Encuesta Nacional sobre Consumos y Prácticas de Cuidado” realizado por el Indec, junto a la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar), donde se evaluó, entre otros temas, la incidencia del consumo de sustancias psicoactivas legales e ilegales.
Según este informe el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida por los argentinos (66,2%), seguida por el tabaco (25,6%), la marihuana (13,8%), los tranquilizantes (6,9%) y la cocaína (5,1%, tomando en cuenta la prevalencia de vida), aunque no se hizo un relevamiento del paco. De acuerdo con el estudio, el consumo de alcohol suele comenzar a una edad promedio de 17,7 años, mientras que el inicio del consumo de marihuana se ubica en los 19,8 años. La gravedad que implica el consumo de estas sustancias para el cerebro en desarrollo de los jóvenes muchas veces es desconocida o subestimada.
Compartimos la opinión de la Dra. Verónica Bisagno, Directora del Laboratorio de Neurofarmacología y Sustancias Psicoadictivas del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.
“Durante la adolescencia el cerebro se encuentra en una fase de reorganización neuronal: mientras algunos circuitos y redes neuronales se consolidan, otros se eliminan. El alcohol y la marihuana pueden perjudicar el desarrollo de estas conexiones entre neuronas en circuitos que se encargan de reforzar funciones como la memoria y la capacidad de planificación”
“El cerebro se termina de desarrollar recién a los 24 años. Con lo cual, si se comienza a beber o a fumar marihuana en los primeros años de la secundaria, los jóvenes están expuesto a los efectos de estas sustancias durante una década”.
“Existe una idea ampliamente aceptada de que cuando se termina el efecto del consumo, con o sin intoxicación, el cuerpo vuelve a la normalidad. Pero no siempre es así, sobre todo en los adolescentes, en los cuales el consumo de estas sustancias puede generar cambios irreversibles en el desarrollo del sistema nervioso y afectar el nivel del aprendizaje, la atención y los procesos cognitivos”.
Los efectos del alcohol
“El alcohol actúa modificando el ácidogamma-aminobutírico (GABA), el principal neurotransmisor inhibitorio del sistema nervioso. Pero más allá de los efectos psíquicos, como la relajación y la desinhibición, –que son los que primero se perciben–, el alcohol actúa también sobre los diferentes órganos del cuerpo. Además, puede tener efectos tóxicos incluso en dosis más bajas de las que la mayoría imagina”.
“Uno de los fenómenos asociados con el consumo excesivo de alcohol es el blackout o lagunas mentales, en las cuales se pierde completamente la memoria de lo que ocurrió en un período largo. Estas lagunas mentales y dificultades para retener información en la memoria muchas veces no son pasajeras y pueden conducir a problemas de aprendizaje, justamente en un periodo de la adolescencia donde se necesita maximizar el rendimiento académico”.
Los efectos del cannabis
“El cannabis actúa en el cerebro a través de su compuesto activo, el tetrahidrocannabinol (THC). Este interactúa con receptores para cannabinoides que se encuentran en las neuronas y afecta la forma en que estas células funcionan y se comunican unas con otras. Pero, al igual que el alcohol, el cannabis actúa también sobre otros órganos del cuerpo, donde también existen receptores para estos cannabinoides”
“Hay una falsa creencia de que el cannabis es natural porque viene de una planta. Pero que se extraiga de una planta no significa que no tenga un principio activo, una sustancia química que es capaz de impactar en el funcionamiento de nuestro cerebro de una forma similar a lo que podría producir cualquier psicofármaco”.
Es esencial reconocer, especialmente en el contexto familiar, que la composición de la marihuana en la actualidad no es la misma que la de los años 70 y 80, debido a las distintas variedades de semillas y técnicas de cultivo empleadas. En esa época las concentraciones de THC (compuesto activo del cannabis) eran de 1,5%; hoy las concentraciones de THC superan con creces el 5%, lo que supone un riesgo mayor para la salud.
“Los efectos del cannabis son variados. Produce alteraciones en la función cognitiva que pueden perjudicar la memoria a corto plazo, la atención y la motivación, entre otros. Además, puede provocar cuadros de alucinación o psicóticos”.
“En el Día de la Lucha contra las Adicciones, es esencial recordar que el consumo de alcohol y marihuana en la juventud no es una elección trivial. La subestimación o banalización de estos riesgos solo contribuye a perpetuar un problema que afecta a nuestras futuras generaciones”
Fuente: Prensa Universidad Austral