Ahí está Cocó.

Una peque muy valiente que va abriendo camino a su paso. Nació niño y siempre se sintió niña.

Su identidad era esa y no había ninguna duda. Hoy tiene 11 años pero pronto va a celebrar el primer aniversario del cambio de identidad y su nuevo documento.

Esta tarde nos vino a visitar al Congreso y aprovechamos para charlar. Le pregunté cómo había elegido su nombre: “siempre me gustó Constanza

Le pregunté qué sintió después que hizo su transición: “Libertad” me dijo con certeza.

Su mamá nos contó lo que le cuesta remarla cada día, con un sistema de salud que no tiene profesionales formados para acompañarla (viajando a Buenos Aires para encontrar quién la atienda), o los miedos que siente por el cambio de escuela cuando tenga que ir a la secundaria.

Educar con perspectiva de género es hacer el mundo más amigable para ella. Sólo eso. Que lo que hoy conquista con su sonrisa, su energía y su dulzura, podamos hacerlo un poquito entre todos/as. Empatía. Que transformemos el mundo que habitamos para que quepa cada ser humano con su propia singularidad, “un mundo donde quepan muchos mundos”…

Quizás en las broncas y amarguras cotidianas no se toma dimensión de la importancia de lo que se hace. Quizás a su mamá le duele y le cansa la injusticia porque cuando pelea por Cocó -para que tenga los mismos derechos que cualquier niña-, aun sin buscarlo esta peleando contra estructuras rígidas que oprimen, que asfixian; pero pelea con el corazón y con la fuerza del amor y eso es imparable. Impone el que discrimina y quién no es capaz de respetar lo que no entiende; nunca quién busca simplemente construir un mundo más justo para que, al fin del día, cada quién sea quien quiera ser y se sienta, como Cocó, simplemente más LIBRE.

 

Fuente: Prensa Diputada Nacional Brenda Austin