La empresa Canndico, la Fundación Sadosky, el INTA y el Instituto Leloir trabajan en conjunto para desarrollar una nueva especie nacional de cannabis de uso medicinal. El proyecto comprende la creación de una plataforma bioinformática abierta que permita acceder a la información genética que se descubra sobre estas plantas, para favorecer la colaboración científica y la transferencia a un sector de la economía con gran potencial.
Un proyecto que involucra a empresas e institutos de investigación busca lograr avances de genética para la producción de cannabis medicinal en la Argentina, y específicamente para el desarrollo de nuevos fenotipos de esta planta. La empresa privada Canndico, la Fundación Sadosky, el INTA y el Instituto Leloir trabajan en conjunto con el objetivo de hacer el mapeo genético de diversas plantas de cannabis. Con esa información buscarán crear una especie que se adapte a las condiciones de crecimiento en nuestro país (clima, suelo y horas de luz, entre otras variables), que y tenga los mejores rendimientos de CBD, el componente que se utiliza con fines medicinales.
El proyecto está dividido en un área de investigación y otra producción. Su componente de investigación fue seleccionado por la convocatoria “Soluciones Innovadoras de Software” de la Fundación Sadosky, para desarrollar un programa informático que pueda sistematizar toda la información genética de las plantas y las características que se quieren privilegiar.
El software permitirá comparación de los genomas y se buscará la asociación con los fenotipos de cada planta para poder realizar la asociación de estas variables. Por ejemplo, se buscará detectar cierto tipo de patrones, como, por ejemplo,. si las plantas que tienen desarrollo más rápido tienen expresado un determinado gen. Esta plataforma de bioinformática será de conocimiento público, para que todos los investigadores puedan acceder a la información genética que se descubra sobre estas plantas y así favorecer la colaboración.
Para la producción, la empresa está desarrollando cultivos de cannabis junto con el INTA Oliveros, en Santa Fe, en invernaderos con temperatura, luz, y humedad estrictamente controladas para que las plantas lleguen a su máximo potencial. También se cuenta con grupos electrógenos, para poder mantener los sistemas en línea en caso de corte de energía, y con una superficie de 600 metros cuadrados de invernaderos divididos en producción de madres, esquejes, de fase vegetativa y flores.
El objetivo es poder vender aceite de CBD en plantas que tengan una alta producción y una presencia de THC (el componente psicoactivo) menor a 0,7%. Tomás de Lorenzi, director técnico de la empresa Canndico, le dijo a TSS: “Estamos buscando una producción de flores por metro cuadrado que sea rendidora y que tenga una buena cantidad de aceite con CBD y bajo en THC”.
“Estamos tomamos muestras de algunas plantas, el INTA Castelar las procesa y se mandan al Instituto Leloir», dice De Lorenzi.
Diversos estudios señalan que la industria del cannabis tiene un gran potencial para desarrollarse en la Argentina. Un estudio del Consejo para el Cambio Estructural afirma que, en una primera instancia, se podría desarrollar una industria de 500 millones de dólares y 10.000 empleados, que luego de 10 años de desarrollo podría generar exportaciones por 1.000 millones de dólares.
La planta de cannabis tiene aplicaciones en bioplásticos, en farmacia, en el sector textil, en la producción de cáñamo industrial y en la alimentación. También tiene un red de raíces que permite fijar suelos y remediar suelos contaminados, y tiene un efecto muy positivo en la captura de carbono de la atmósfera. Recientemente, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) autorizó la distribución y comercialización del primer aceite de cannabis medicinal de producción estatal, a cargo de la empresa pública Cannava, de la provincia de Jujuy.
En este proyecto se estudiará la planta dentro del invernadero, adonde se tienen todas las condiciones climáticas controladas. Se hará que durante todo el año tenga la misma temperatura, ya que con variables grandes de temperatura y humedad la planta puede estresarse y eso no es conveniente porque se generan diversas reacciones indeseadas, como puede ser la producción de polen, las flores masculinas o con una sensible pérdida de rendimiento en la producción. En cuanto al agua, están instalando una planta de ósmosis inversa para filtrar y purificarla, y así darle la mejor calidad de este insumo.
“Estamos tomamos muestras de algunas plantas, el INTA Castelar las procesa y se mandan al Instituto Leloir. Con la ayuda de la Fundación Sadosky hay un equipo científico que buscan esos genes de interés dentro de la plataforma que estamos creando”, explicó De Lorenzi. “La Fundación Sadosky nos está dando un apoyo muy grande en cuanto a lo que es la parte de investigación y nos puso a disposición científicos de primer nivel que trabajan en conjunto con equipos de biotecnólogos”.
Por Matías Alonso
Fuente: Agencia TSS –