En los últimos cinco años tuvo un crecimiento exponencial que se reflejó en medallas, podios y consagraciones. Con apenas 20 años, es la ciclista con mejores tiempos en velocidad pista y una candidata muy clara a ganar una medalla en la cita panamericana. Pero lo que puede esperar una atleta convencional que se entrena por sus sueños, ella misma le agrega su cuota de lucha extra para figurar entre las mejores del deporte convencional.
Natalia Vera, de ella se trata, sufrió un accidente en su bicicleta cuando tenía tres años, lo que la llevó a perder su ojo izquierdo. Lejos de alejarse del deporte que le condicionó la vista, eligió sobreponerse y motivarse día a día para hacerse más fuerte y competir en esta categoría. Así, en 2015 llegó la convocatoria para el equipo nacional y una seguidilla de buenos resultados que la catapultaron a Lima 2019 e ilusionarse con un boleto para Tokio 2020.
“La bicicleta es todo, porque arriba de ella encuentro la felicidad. Más allá de que me haya traído problemas, me motiva para seguir y poder lograr tener sueños que antes no tenía, y eso para mí no tiene precio”, describe Vega.
En los últimos años, la atleta oriunda de La Banda, Santiago del Estero, que compite en velocidad pista y olímpica, fue tricampeona panamericana junior 2017, campeona argentina junior, con cuatro medallas y un récord, y en mayores, medallista en los Juegos ODESUR 2018 (plata y bronce), además de un quinto puesto en el Panamericano en 2018 que le dio el pasaje a Lima. Además, participó en dos Mundiales UCI.
Sin embargo, a comienzo de este año, en un viaje de entrenamiento exclusivo a Suiza para el que fue seleccionada junto a Farid Suárez, la Unión de Ciclista Internacional se acercó a hacerle una sugerencia que cambió por completo su realidad: pasarse del ciclismo al paraciclismo. En un principio la asustó, le desmoronó sus aspiraciones, pero luego tomó conciencia, lo entendió y comenzó a entrenarse.
“Es algo que por ahí no se puede terminar de digerir. Es bastante difícil para mi carrera deportiva. En este caso la UCI vio lo que es mi trayectoria, y se enteraron de mi discapacidad y el hecho de que muchas veces me caí de la bicicleta por no poder ver a mi rival o detectar que se me rompió un neumático. En mi caso de un ojo no veo nada, y el otro está perdiendo la visión, en un año perdió un 30 por ciento”, explica la atleta, que de ser aceptada podrá clasificar en ambas modalidades.
La velocista añade: “Por eso estamos viendo si los clasificadores me aprueban para que compita en el paraciclismo y poder estar en ambos Juegos. Es un cambio. La verdad que de un accidente que tuve con una bicicleta, a competir con ella, ya es muy difícil. Porque uno por ahí sueña y quiere, pero acá lo deportivo pasa a ser algo más emocional, y es bastante feo. Espero clasificarme y contar con el apoyo de la gente para poder afrontar este cambio”.
-¿Cómo tomás esta posibilidad que abrió la UCI?
-Hace un año me dijeron la verdad de lo que me pasó: un agujero en la retina del ojo izquierdo, que no tiene cura. Y en el derecho estoy teniendo muchos problemas, uso lentes de contacto para ver con más claridad. Hasta ahora siempre competí en convencional, porque con mi problema siempre pude, fue algo normal. Pero con la disminución que estoy teniendo y las complicaciones que eso me está trayendo, esta alternativa es lo mejor. Pero no deja de atemorizarme, es revivir todo el dolor. Por suerte mi familia siempre me ayudó mucho y está. Fue vencer el miedo y seguir. Era muy chica y el miedo era mucho, pero por suerte seguí y eso tiene sus recompensas. Una sueña en competir en campeonato nacional, en ponerse la camiseta argentina y hoy estoy ganando medallas y conociendo el mundo.
-¿En qué cambian tus entrenamientos pensando en esta posibilidad de competir en ambas modalidades?
-En paraciclismo se compite con un tándem, una bicicleta doble y en modalidad fondo. Es muy difícil la coordinación, mantener la concentración y el pedaleo coordinado a ritmo entre los dos. Mi compañera, de clasificarse, va a ser Micaela Barroso. Por eso, a pocas semanas de los Juegos ya empezamos a entrenarnos y a conocernos, porque es mucho trabajo. Tengo que cambiar la cabeza, porque pasaría a ir atrás en la bicicleta, a no dirigir y tener que coordinar con otra. Es algo nuevo, pero me entusiasma. Además, me contactó el entrenador de la selección, Martín Ferrari, me explicó más detalles, me invitó a entrenarme con ellos y a prepararme a ese nivel que es totalmente diferente.
-¿Con quién entrenás en la actualidad y cómo son esos entrenamientos?
-Mi entrenador es Daniel Capella, fue quien entrenó a los juveniles para Buenos Aires 2018. Hace cinco años que venimos trabajando mucho. Para él también fue algo nuevo, nunca había entrenado a nadie con una discapacidad, que tenga que competir en convencionales. Porque al no tener un ojo, era todo diferente. Por eso, tuvimos que planificar diferentes tácticas para las competencias. En velocidad la vista es clave, y mi discapacidad no llevó a trabajar mucho a desarrollar más el oído… Pero gracias a él. que supo ponerse en mi lugar fuimos creciendo y mejorando.
Nada parece frenarla a la joven ciclista con sueños olímpicos. Este año, sus reiteradas caídas la llevaron a una apertura de posibilidades donde se avizora un doble pasaje a Tokio y un camino a una doble carrera arriba de la bicicleta. Lo que pudo ser miedo ella lo reinventó en el motor inspiracional para entrenarse. Se transforma, se sujeta fuerte y pedalea a fondo.
“Voy por todo a Lima. Los primeros tres clasifican a los Juegos Olímpicos, así que apunto a eso. Estos serán mis primeros Juegos Panamericanos y me ilusiona mucho ver lo que será la experiencia de la Villa, compartir experiencias, conocer a los mejores atletas, medirme con la elite. Tengo un sueño, y voy a cumplirlo”, resume ilusionada Vera.
Fuente: La Nación Por: Olivia Díaz Ugalde – Fotos: Prensa COA