Cannabis medicinal con tecnología local

Por primera vez, se comercializarán semillas desarrolladas por investigadores del CONICET. Las variedades Pachamama y Malvina fueron licenciadas a una empresa de Puerto Madryn para ser distribuidas con fines medicinales. La iniciativa se logró en un contexto en el que los avances legislativos de los últimos años allanaron el camino para este tipo de investigaciones.

Seis variedades de semillas de cannabis con tecnología del CONICET se inscribieron por primera vez en el registro del Instituto Nacional de Semillas (INASE). Además, dos de ellas, bautizadas como Pachamama y Malvina, se comercializarán con fines medicinales a través de una licencia otorgada por el CONICET a la empresa Whale Leaf Farm, de Puerto Madryn. Es la primera licencia que hace el organismo para que las produzca una empresa.

“Tener variedades locales es importante para poder dar respuesta a problemáticas propias. El desarrollo surgió teniendo en cuenta las necesidades que tenían los médicos del hospital zonal. Así, identificamos seis cultivares que cubrían el mayor espectro de la demanda de los médicos respecto a distintas patologías, con diferentes perfiles de THC, CBD y terpenos”, cuenta a TSS el ingeniero agrónomo Tomás Bosco, integrante del Grupo Interdisciplinario de Cannabis Medicinal del Centro Nacional Patagónico (CENPAT–CONICET).

Este equipo de investigación, liderado por el doctor Gregorio Bigatti, fue el encargado de desarrollar las seis variedades de cannabis medicinal inscriptas en el INASE. El grupo se creó a fines del 2020 y comenzó a trabajar a partir de un convenio con el Hospital de Puerto Madryn, donde se realizaron ensayos clínicos con el aceite provisto por los investigadores. “Ahí vimos la necesidad de contar con un material que tuviera concentraciones conocidas de canabinoides y un perfil conocido de terpenos, para poder ofrecer un producto final estable”, señala Bosco.

Las variedades Malvina (izq.) y Pachamama fueron licenciadas a una empresa de Puerto Madryn para ser distribuidas con fines medicinales. Foto: CONICET.

A su vez, las variedades contienen diferentes concentraciones de terpenos, compuestos que actúan de manera sinérgica con el CBD y el THC. Con ellas, se podrán hacer fitopreparados de aceite medicinal y su uso en diferentes patologías estarán indicados por profesionales de la salud.

Entre los aspectos que los investigadores debieron tener en cuenta para lograr una semilla apta para producir a gran escala, uno de los principales fue el proceso de estabilización. Esto permite que el perfil genético desarrollado se mantenga en el tiempo y puedan obtenerse plantas de iguales características. También se trabajó en un proceso de feminización que permita obtener una mayor concentración de cannabinoides. Además, otra cuestión clave fue buscar que tengan un buen rendimiento.

“Como el desarrollo fue hecho indoor y muchas veces las condiciones controladas son distintas a las que hay en el exterior, tuvimos que salir a campo y corroborar el crecimiento de las variedades. Para ello, la empresa a la que se otorgó la licencia sembró dos mil plantas y pudimos corroborar que mantenían el perfil genético y la estructura que estábamos buscando”, precisa el investigador.

La empresa Whale Leaf Farm trabajará con la distribuidora Santa Planta para que el primer lote de semillas sea distribuido a growshops de diversas partes del país. Podrán acceder a estas semillas quienes estén inscriptos en el Registro del Programa Cannabis (REPROCANN), que es el registro nacional de personas autorizadas al cultivo controlado con fines medicinales y/o terapéuticos.

El desarrollo de las semillas no es una investigación aislada: se logró en un contexto en el que los avances legislativos de los últimos años allanaron un poco más el camino para este tipo de investigaciones. Entre ellos, pueden mencionarse la sanción de la Ley 27.350 de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados (2017); su nueva reglamentación (2020); y la reciente sanción de la Ley 27.699 (2022), que establece un marco regulatorio para el desarrollo de la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial.

Así, luego de diversos ensayos, llegaron a la concreción de las primeras seis variedades con tecnología CONICET, cada una con distintas características, bautizadas con nombres representativos de la cultura nacional. Pachamama tiene más CBD (cannabidiol) y menos del 1% de THC (tetrahidrocannabinol). Ballena Franca, Cenpat y Mariquita (por Sánchez de Thompson) contienen una mezcla de CBD con THC. En tanto, Malvina y Conicet tienen mayoritariamente THC.

Entre los aspectos que los investigadores debieron tener en cuenta para lograr una semilla apta para producir a gran escala, uno de los principales fue el proceso de estabilización. Esto permite que el perfil genético desarrollado se mantenga en el tiempo y puedan obtenerse plantas de iguales características. Foto: CONICET.

En este contexto, a fines del año pasado, el CONICET, la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) y el Hospital El Cruce (HEC) Dr. Néstor Kirchner crearon Cannabis CONICET, una empresa de base tecnológica que tiene como misión consolidar la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial en la región. De esta forma, la empresa reúne las experiencias y capacidades de investigación y desarrollo de profesionales del CONICET, además de recibir consultas de universidades, asociaciones civiles, empresas y pequeños cultivadores.

“Para generar productos que lleguen a la sociedad, es clave poder articular y generar sinergia entre el ámbito público y el privado”, remarca Bosco. Además, dice que seguirán trabajando en distintas líneas vinculadas a las variedades desarrolladas, como una mayor resistencia a las plagas, a la vez que continuarán avanzando en el desarrollo de nuevas tecnologías. Mientras tanto, las otras cuatro variedades de las semillas con tecnología CONICET también quedan disponibles para ser licenciadas.

 

Por Nadia Luna

Fuente: Agencia TSS