Ciencia y tecnología en la pospandemia

La Agrupación Rolando García organizó un encuentro virtual para analizar las estrategias de vinculación y transferencia implementadas para enfrentar la pandemia y sobre qué aprendizajes se pueden aplicar a los desafíos que planteará el escenario posterior. De la charla participaron Fernando Peirano, titular de la Agencia I+D+i, y Sergio Romano, gerente de Vinculación Tecnológica del CONICET.

El martes pasado se inició el ciclo de charlas virtuales de la Agrupación Rolando García “¿Qué posibilidades tiene el desarrollo científico tecnológico en la Argentina de hoy?”, con un encuentro en el que expusieron Fernando Peirano, presidente de la Agencia I+D+i, y Sergio Romano, gerente de Vinculación Tecnológica del CONICET.

La charla, que puede verse completa en este link, fue moderada por la doctora en Química Ana Clara Carro, quien sostuvo que “desde la Agrupación Rolando García discutimos en torno a la fuerte tradición ofertista de la comunidad científica nacional. Desde el campo de Ciencia, Tecnología y Sociedad se intenta correrse de esas lógicas lineales, que siempre subyacen en el diseño de las políticas tecnológicas o de innovación. El flujo de la información no debería ser unidireccional y tendría que incluir otras voces más allá de la comunidad científica”.

Durante el encuentro, hubo especial énfasis en la convocatoria del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, a través del Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología COVID-19, que buscó financiar proyectos de investigación y desarrollo en el marco de la pandemia.

“Hoy lo digital nos permite ser más federales”, dijo Peirano, y Romano coincidió con que la virtualidad hizo que la ubicación de las oficinas tuviera menos importancia, por lo que se perdió un poco la centralidad de Buenos Aires, favoreciendo la federalización del sistema. “La virtualidad nos permitió tener un seguimiento más cercano de los proyectos y las oficinas de vinculación tecnológica de todo el país. Eso fue un aprendizaje muy importante y nos permitió estar más cerca de los investigadores. El CONICET tenía la costumbre de esperar a que el investigador viniera a pedir ayuda y hoy hacemos un seguimiento más personalizado. Tenemos un mapa con el estado de cada proyecto para poder empujarlo si se traba en algún punto”, sostuvo Romano.

La emergencia planteada por la pandemia obligó a que la convocatoria para la presentación de proyectos tuviera que lanzarse en poco tiempo y también a presentar resultados muy pronto. En este sentido, Peirano afirmó: “Queremos una agencia que tenga dos miradas, en la que lo central sea dar financiamiento y certidumbre a los investigadores, grupos de investigación y pymes, pero en la que también un porcentaje de los fondos estén orientados a problemas más puntuales y la segunda convocatoria apuntará a la pospandemia”.

En cuanto a los caminos de innovación que podrían ayudar a desarrollar la economía del país cuando pase la emergencia actual, Peirano agregó: “Hay vectores desde los que podemos ayudar para desarrollar el país. Agregar valor en los recursos naturales, en especial en alimentos; en energía tenemos una transición energética en marcha por el paradigma socioproductivo que nos engloba; en la salud; y en lo ambiental, donde la ciencia y la tecnología tienen mucho para dar. También podemos aportar desde lo digital, y la Ley de Economía del Conocimiento es importante para eso. Así como hace 20 años se pusieron reglas claras para que surja un sector de software, ahora necesitamos reglas para que este sector se vincule con las máquinas, con el valor agregado y nuevos servicios. Ahí nos jugamos la construcción del futuro, de tener un país con oportunidades de inclusión y una economía sustentable. Tenemos que aprovechar esta pandemia para construir una nueva economía con una visión mucho más federal y será lo que discutiremos en la segunda parte del año”.

Con respecto al lugar que tomó la ciencia en la crisis sanitaria y económica, Peirano dijo: “Si la prioridad hubiera sido solo preocuparse por la economía, la ciencia no tenía nada que hacer”. En el mismo sentido, Romano explicó: “Este trabajo tiene que ver con la voluntad política de de dar una solución científica a la pandemia. Nos permitió acelerar algunos tiempos y queremos mantenerlo cuando pase la pandemia, porque se viene un desafío importante desde lo económico. Habíamos empezado con el plan de la lucha contra el hambre y será más importante cuando todo esto pase”.

“La OMS definió 64 productos esenciales para la lucha contra este virus, de los cuales la Argentina produce 63, menos  guantes de látex se hace todo, desde kits de diagnóstico hasta respiradores y barbijos. Tener ciencia y tecnología es un plus que ayuda a solucionar el problema”, agregó Peirano.

A partir del 13 de julio –y hasta fin de agosto– se lanzará una convocatoria para financiamiento de empresas de base tecnológica (EBT) que puedan dar soluciones a problemáticas más generales y que tengan que ver con los cambios que trajo la pandemia, como distanciamiento físico, diagnóstico, dispositivos de protección personal y la digitalización en ámbitos como los de la educación, el trabajo y el comercio.

Desde la Gerencia de Vinculación Tecnológica del CONICET también se está pensando en cómo mejorar el diálogo entre investigadores y empresarios. Entre otras iniciativas, se anunciará un programa de pasantías de verano para que becarios puedan hacer sus aportes al sector privado o al de la administración pública, con el objetivo de mejorar la dinámica entre estos sectores. En este sentido, Peirano explicó la situación del sector privado en cuanto a esfuerzos de innovación hoy en día: “En la Argentina, hubo durante los últimos 20 años en promedio unas 600.000 empresas. De ellas, 6000 hacen innovación, 600 hacen algo de investigación y 60 explican el 80% de la I+D en el sector privado. En este escenario tan estrecho, las posibilidades de que un investigador pueda llevar adelante su proyecto en el ámbito empresarial son muy reducidas”, dijo Peirano.

Y concluyó: “Tenemos que empezar a buscar un camino que redefina el concepto de EBT, en el que los investigadores sean parte de ellas. El concepto de emprendimiento no nos alcanza. Empresas como Chemtest y Neokit tienen diez años de historia. Hay que tener más empresas de este tipo y también debemos resolver temas como el de la propiedad intelectual o qué hacer en caso de que una empresa de estas características sea adquirida por una firma extranjera o por un fondo de inversión. Deben ser un medio para el desarrollo, para tener soberanía sanitaria y para una matriz productiva más diversificada”.

Por Matías Alonso 

Fuente: Agencia TSS