Buenos Aires – Ante las altas temperaturas, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recomienda a los transportistas de animales adoptar medidas preventivas para minimizar los efectos del estrés calórico en el traslado.
El estrés calórico es el conjunto de cambios fisiológicos y comportamentales que se desencadenan cuando los animales son sometidos a condiciones ambientales que superan su temperatura de confort o zona termoneutral y son incapaces de regular su temperatura interna.
Al momento de tener que transportar ganado, el Senasa sugiere adoptar las siguientes medidas de prevención:
–Planificar las actividades y preparar los documentos necesarios para minimizar el tiempo de espera de los animales en corrales.
–Cargar la hacienda a última hora de la tarde o primera hora de la mañana, evitando las tareas previas y el transporte de los animales durante las horas de más calor.
–No correrlos o apartarlos inmediatamente antes de la carga, hacerlo con tiempo, dejándolos en un potrero a la sombra y con disponibilidad de agua limpia y fresca.
–Utilizar vehículos habilitados y adecuados para la especie y categoría.
–Respetar la densidad de carga permitida. Cuando las temperaturas sean elevadas, brindar mayor espacio en el transporte.
–Evitar realizar paradas durante el viaje. De ser necesario detenerse, buscar un lugar a la sombra y por el menor tiempo posible.
–Asegurar suficiente ventilación en el vehículo.
–Cuando se utiliza el cobertor removible en el techo, asegurarse que el camión se encuentre en movimiento, permitiendo la circulación del aire.
–Planificar la descarga junto con el establecimiento de destino, evitando que los animales queden esperando en el vehículo.
Contemplar estas medidas colaborará en mejorar el bienestar animal y redundará en beneficios para los diferentes actores de las cadenas pecuarias.
El estrés es una respuesta adaptativa, que permite a los animales hacer frente a los desafíos ambientales, entre ellos los cambios de temperatura. Cuando se superan las condiciones óptimas, el cuerpo intenta adaptarse a la nueva situación ambiental. Sin embargo, a temperaturas ambientales más altas, los mecanismos de adaptación no logran eliminar el exceso de calor generado.
Además de su impacto negativo para el bienestar animal, el estrés por calor puede producir:
–Disminución en el consumo de alimento y la eficiencia alimenticia.
–Pérdida de peso y de condición corporal.
–Deterioro del desempeño y los índices reproductivos.
–Aumento del riesgo de enfermedades.
–En los animales lecheros, disminución en la producción de leche en litros, así como en el porcentaje de grasa y proteína, junto a un aumento en el recuento de células somáticas.
–Incremento de la tasa de mortalidad.
Factores propios del animal –tales como edad, color y largo del pelo– influyen en la susceptibilidad al estrés calórico. El Senasa recuerda que los animales más perjudicados son los que acumulan más nivel de grasa corporal, y que los animales de pelaje negro y en etapas de terminación son los más propensos.
Ante cualquier duda, consultar a un veterinario. Cumplir con el bienestar animal es una ventaja para todos.
Fuente: Prensa SENASA