El concurso CANSAT, organizado por la CONAE, tuvo unas 500 presentaciones inscriptas de diferentes proyectos de misión para satélites pequeños. Cinco iniciativas de grupos de estudiantes secundarios fueron seleccionadas y lanzadas por cohete a una altura de 250 metros para hacer mediciones ambientales.
A fines de septiembre, los cinco equipos de estudiantes ganadores de la competencia CANSAT y pertenecientes a escuelas secundarias de diversas partes de la Argentina lanzaron pequeños satélites en cohete para hacer mediciones ambientales. Todas las misiones de esta competencia organizada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) fueron exitosas, ya que los lanzamientos funcionaron según lo previsto y todos los satélites pudieron hacer la mediciones sin inconvenientes. El objetivo principal del concurso es despertar la vocación de estudiantes de escuelas secundarias por carreras científicas e ingenierías vinculadas al campo espacial.
Maximiliano Pisano, jefe del área de Formación Masiva de la CONAE, le dijo a TSS: “El viernes (29 de septiembre) se hizo la entrega de premios y diplomas, y se hicieron charlas con especialistas de la industria espacial. Los equipos de estudiantes estaban un poco nerviosos por la presentación de los resultados del vuelo de sus satélites pero no era una instancia de evaluación, sino que queríamos ver los resultados de las misiones y los desafíos que habían encontrado”.
Todos los satélites tenían la misión primaria de tomar presión y temperatura. La misión secundaria fue diseñada por cada equipo y fueron: medición de presencia de microparticulas de plástico en aire, detección de áreas de la tierra afectadas por incendios, contaminación lumínica, sonora y con microparticulas provenientes de vehículos.
El objetivo principal de la competencia CANSAT es despertar la vocación de estudiantes de escuelas secundarias por carreras científicas e ingenierías vinculadas al campo espacial. Foto: Prensa CONAE.
El concurso incluyó meses de trabajo con docentes y también charlas de capacitación sobre cómo funciona un satélite y los desafíos a los que debían enfrentarse. En total participaron este año alrededor de 2500 estudiantes y hubo 30 equipos que recibieron el kit para armar su misión satelital provisto por la CONAE. A partir de entonces debieron diseñar la programación y el paracaídas para recuperar el satélite luego del vuelo. El satélite debía tener el tamaño de una lata de gaseosa, por eso el nombre can, que refiere a lata en inglés, y no pesar más de 250 gramos. Era importante poder hacer mediciones en tiempo real mientras el satélite ascendía en el cohete y luego poder recuperar los datos obtenidos para hacer el análisis posterior. Los equipos que resultaron ganadores son de las provincias de Entre Ríos, Tucumán, Córdoba, Santa Fe, y Ciudad de Buenos Aires.
Pisano contó que “los estudiantes estaban hablando con las autoridades del MINCYT y comentaban que esto les despertaba interés por estudiar carreras vinculadas con el sector espacial, ya que la experiencia les había gustado y ahora conocían a instituciones como la CONAE y a empresas del sector como INVAP, con lo cual no es algo de ciencia ficción sino que la posibilidad de trabajar en esta industria es bien concreta en nuestro país”.
El concurso incluyó meses de trabajo con docentes y también charlas de capacitación sobre cómo funciona un satélite y los desafíos a los que debían enfrentarse. Foto: Prensa CONAE.
Además de la CONAE, este año la competencia además contó con el patrocinio de INVAP, VENG, Space Sur, la UNC y la UNSAM, y el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la provincia de Córdoba. También es apoyada por la NASA, de Estados Unidos, y por su par europea, la ESA. El lanzamiento fue contratado a una empresa privada, Skytec, que se encarga de coheteria amateur y tiene los permisos para hacerlo, además de la vocación educativa para trabajar con los estudiantes.
“Se dio un clima de camaradería increíble, y destacamos que lo técnico fue impecable, eran los cinco mejores proyectos de casi 500 presentados, así que era lógico que iban a ser buenos. Fue muy bueno el ambiente que se generó, en donde todos los equipos se ayudaban, con humildad, compañerismo y una capacidad increíble para trabajar en equipo. También en los docentes que los acompañaban”, concluyó Pisano.
Por Matías Alonso
Fuente: Agencia TSS