Después de descalificar las primarias, el oficialismo apunta ahora a lograr amplia asistencia a las urnas el 11 de agosto. Es un objetivo central en Buenos Aires, para descontar frente al kirchnerismo. Pero también el Frente de Todos necesitaría sumar intensidad
“Es una verdadera idiotez”. Directo, y con algunas descalificaciones más fuertes, un legislador radical despotricaba hace apenas diez días contra la irrupción del mendocino Alfredo Cornejo que impulsaba en solitario un proyecto para suspender las PASO. Y agregaba frente a la contradicción implícita en la movida del titular de la UCR, que duró menos de un día: “No podemos estar diciendo todo el tiempo que las PASO no sirven para nada, que son sólo un gasto, desalentando la participación, porque vamos a necesitar que vote mucha gente”.
En el Gobierno nacional y en La Plata prefieren olvidar ese episodio, que no fue único, y pasan de página en velocidad, porque la apuesta es a polarizar y potenciar la asistencia a la primera entrega de los comicios, el 11 de agosto.
Cornejo tenía razón en un punto, pero según sus críticos no la tenía para nada en el fondo de la cuestión. Es cierto, está a la vista, que las elecciones primarias no resolverán interna alguna en el rubro, central, de los candidatos a presidente. Todos los frentes van con lista única. Y parece razonable también que habría que repensar el sentido de las PASO y no únicamente por esta situación o por los costos. Pero el gobernador mendocino quedó girando de manera intempestiva –razonan correligionarios y otros referentes oficialistas- al menos por dos cuestiones: en la práctica, las PASO ya eran inevitables y además, políticamente, serían la gran batalla inicial de las urnas.
Alfredo Cornejo, titular de la UCR
El oficialismo apunta a recuperar lo que algunos definen como desencantados, votantes de Mauricio Macri que pueden volcarse a terceras opciones o sencillamente mastican enojo pero dudan. Y, según una lectura similar y más amplia –que se hace cerca de María Eugenia Vidal- también necesitaría ganar algo del electorado que podría optar directamente por no votar en las PASO. “Necesitamos que haya mucha participación”, sintetiza un funcionario destacado de la provincia. Prefiere no hablar de Cornejo y tampoco de los intendentes bonaerenses, propios, que dispararon de manera insistente contra las elecciones primarias.
Ese objetivo asoma atado a otro, inmediato: generar clima de campaña, porque a pesar de que la carrera hace rato fue iniciada –con impacto y especulaciones variadas en el círculo de la política y de la economía-, no parece haber aire de pelea electoral y menos interés social generalizado. Esto es evaluado con sentido común y tomando indicadores de encuestas en oficinas de consultores y políticos.
A primera vista, sería un desafío inmediato para el oficialismo –en función, se ha dicho, de sus planes de polarización y mayor participación en las PASO- pero a la vez dibujaría un problema para la oposición, y en especial para Alberto Fernández y el peronismo con sello CFK. La propia jugada de Cristina Fernández de Kirchner, al coronar como candidato a su ex jefe de Gabinete y habilitar un lugar para Sergio Massa, no habría provocado impacto suficiente para aumentar los números de intención de voto que venían registrando los sondeos, potentes pero según su propio juego, insuficientes.
María Eugenia Vidal y Mauricio Macri
En el caso del oficialismo, siempre aparecen diferencias de percepción entre la Casa Rosada y La Plata, estados de ánimo o quizá estrategias para dejarlos trascender. Como sea, fuentes del gobierno nacional transmiten mayor optimismo que hace apenas un par de meses y allegados a la gobernadora siempre se exhiben más cautos, a veces notoriamente más medidos.
Coinciden en un punto: una mejora sostenida de la imagen y el apoyo al Presidente. Un registro que va dando perfil de tendencia, con impacto directo en los números de la gobernadora.
Sin embargo, coinciden también, y en una carrera que arrancó desde muy abajo, la distancia con el Frente de Todos sigue siendo significativa en Buenos Aires. Según relevamientos en manos de la gobernación, y medida el cuadro por lista completa –es decir, con la oferta presidencial pegada a la fórmula bonaerense- habría una distancia de seis a ocho puntos, a la baja, después de haber anotado bastante más de diez puntos. Un interrogante nada menor es el corte de boleta, habida cuenta de que la gobernadora sola mide más que su rival Axel Kicillof, según dice la mayoría de los sondeos, con diferencias en cuanto al volumen de esa ventaja.
La ecuación que hacen cerca de la gobernadora resulta sencilla en el enunciado, aunque con aceptación de la complejidad del objetivo: dicen que las chances de recortar más y significativamente las diferencias crecen con mayor participación en las PASO. Para eso, añaden, hace falta generar clima de campaña, dejar fuera de juego la idea de que las primarias son apenas una especie de test sin mayores consecuencias. “En la provincia, las PASO son la primera vuelta”, resume una fuente. El implícito es que no hay ballotage.
Axel Kicillof, Sergio Massa y Verónica Magario
En esa línea, creen que la campaña puede empezar a instalarse un poco más con la intensa carga de spots en radio y TV, que arranca este fin de semana. Pero lo central será la enorme exposición de Vidal, con recorridas mediáticas y con actos oficiales, no sólo con Macri, y con agenda de campaña amplia: anotan también a Miguel Angel Pichetto, Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau y Lilita Carrió. Eso, más el trabajo territorial de intendentes oficialistas y referentes propios en distritos importantes en manos del peronismo.
El amplio e intenso despliegue de la maquinaria oficialista no puede ser tomado linealmente como una señal sin contraparte opositora. En rigor, el escaso ambiente de campaña dibuja un problema además para la primera línea del Frente de Todos: también allí analizan encuestas que registran una mejora del oficialismo mantenida durante varias semanas. El punto, y aún sin consideraciones de riesgo mayor, sería cómo pararse frente al cuadro que exhibe una línea superior estable, la propia, y otra con mejoría por ahora insuficiente, de Macri.
Hay además un punto que no admitiría indiferencia. La ex presidente ganó la iniciativa durante un buen tiempo, con la presentación de su libro Sinceramente y el impacto de la designación de la fórmula con Alberto Fernández de candidato y ella de vice. Ese lugar en el centro de la escena fue sostenido en paralelo con el desarmado del peronismo federal y el más dilatado proceso para incorporar a Massa.
El oficialismo, sin embargo, logró ir recuperando su lugar e incluso mostrarse a la ofensiva después de mucho tiempo. La incorporación de Pichetto fue un golpe de alto impacto, que le permitió además a Macri terminar de ordenar la interna con sus socios políticos de la UCR y la CC.
Cierta tranquilidad con el dólar y respiro con los precios aportaron en la misma línea, despejando un poco el escenario para inauguraciones de obras o para exponer y generar debate en torno al acuerdo Mercosur-UE.
Ese tipo de elementos son una señal para la oposición, que necesitaría una campaña más potente sobre todo porque el efecto de la sola designación de Alberto Fernández parece insuficiente y el aporte de Massa, desdibujado. La ex presidente vuelve esta semana a Buenos Aires, con otros actos-presentaciones de su libro en agenda. Visitas al interior y tal vez a distritos del GBA. Se verá hasta qué punto sale a dar batalla abierta contra el Gobierno.
Lo que resta de campaña hasta las PASO no es mucho medido en tiempo: poco más de un mes. Lo que podrá verse a partir de este fin de semana es la intensidad.
Por Eduardo Aulicino
Fuente: Telam