Innovación cooperativa

La fundación InnovaT se reunió con referentes de cooperativas de trabajo de distintas provincias del país para evaluar en conjunto las posibilidades de financiamiento público para estas organizaciones. Además, se busca ayudarlas en la vinculación con grupos y centros de investigación que puedan aportar valor a cada proyecto.

En toda iniciativa productiva hay conocimientos particulares, agregado de valor y, muchas veces también, innovación. No es necesario ser una gran empresa para contar con esas cualidades. Por el contrario, aunque en general no se difunda demasiado, el movimiento cooperativo argentino es un ejemplo de ello, que además constituye uno de los sectores productivos que ofrece alternativas frente a las crecientes demandas sociales, económicas y ambientales.

Con esta premisa como guía, a través de InnovaT, la Unidad de Vinculación Tecnológica (UVT) del CONICET, se inició una nueva línea de trabajo orientada a asesorar a este tipo de emprendimientos en todo el país, no solo para que puedan aplicar y beneficiarse de distintos financiamientos públicos vigentes, sino también para su vinculación con grupos o centros de investigación para escalar los proyectos, volverlos más sustentables o agregar innovaciones según las características de cada caso.

“Es importante que se haya logrado que el sector público de ciencia y tecnología abra una oportunidad para las cooperativas, y esas oportunidades solo pueden ir creciendo si se usan bien y ejecutándose”, afirmó la presidenta de InnovaT, Isabel Mac Donald, durante la segunda reunión con referentes de distintas cooperativas del país, que se desarrolló de manera presencial y virtual el 19 de octubre pasado.

InnovaT, la Unidad de Vinculación Tecnológica (UVT) del CONICET, inició una nueva línea de trabajo orientada a asesorar a emprendimientos cooperativos en todo el país. Foto: Gentileza CONICET

Durante este segundo encuentro (el primero había sido en junio de este año), participaron más de 60 cooperativas: textiles, de alimentos, de cosmética natural y de agricultura familiar, entre otros rubros. “En general, la capacidad de acceder a los servicios y capacidades tecnológicas del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología es difícil para el sector de cooperativas, que no solo es importantísimo como generador de empleo sino también por el tipo de servicios y soluciones que brindan”, le dijo a TSS Federico Nacif, coordinador de Vinculación Tecnológica en InnovaT, y destacó que como UVT pública esperan trabajar para facilitarles el acceso a las capacidades tecnologías que tiene el CONICET.

El caso de la Cooperativa de Productores de Hongos Comestibles ALDEA Ltda es un ejemplo de esto. “Estamos tratando de avanzar, hemos logrado tecnologías propias y adaptado otras a la industria nacional, pero no podemos pegar el salto porque el acceso a la tecnología y el conocimiento no están disponibles, las grandes champiñoneras trabajan con técnicos que vienen de otros países y cobran una fortuna”, comenta Ignacio Tirelli, presidente de esta cooperativa creada hace más de una década, que desarrolla hongos comestibles y medicinales a través de diferentes nodos productivos en la provincia de Buenos Aires, en Mercedes, Moreno, Pilar y General Rodríguez, adonde trabajan 20 familias.

“El acceso a financiamiento es fundamental para lograr el crecimiento a escala que queremos en Aldea, porque en la Argentina no hay desarrollo tecnológico en hongos. Lo estamos creando nosotros y eso nos cuesta un montón”,  agrega Tirelli, que también es presidente de la Cooperativa de Trabajo Investigación Desarrollo y Producción FUNGICAN Ltda, que trabaja en conjunto con Aldea, y ejemplifica: “Adaptamos una mezcladora pero ahora necesitamos adaptar una envasadora del sustrato, y si pudiéramos desarrollar una sala tipo de fructificación de crecimiento de hongos, para ponerla en cualquier lugar de la Argentina, eso sería espectacular”.

Torgelon surgió como una fábrica recuperada hace alrededor de 14 años, cuando los dueños del frigorífico decidieron cerrar sus puertas. Foto: Gentileza Cooperativa Torgelón.

Actualmente, existen cuatro financiamientos abiertos, todos de Aportes No Reembolsables (ANR). Uno de ellos es el de Proyectos Especiales de Innovación Social (PEIS), cuya convocatoria está abierta hasta el 9 de diciembre de 2022. Es impulsada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y el CONICET, y otorga hasta 8 millones de pesos por proyecto. Otros financiamientos, que permanecen continuamente abiertos, son el Programa de Asociatividad para la competitividad MiPyME, que otorga hasta 15 millones de pesos por proyecto, impulsado por la Secretaría de Emprendedores y PyMEs (SEPyMEE), y dos ANR Cooperativas 2022, modalidad 1 y 2, que ofrecen hasta 15 millones de pesos y 8 millones de pesos, respectivamente, que son impulsados por la Agencia I+D+i, el FONTAR, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) y la Dirección Nacional de Desarrollo y Promoción Cooperativo y Mutual.

“Es muy importante la relación y el acompañamiento del Estado con políticas públicas integrales, no solo con financiamiento sino también con acompañamiento técnico y en la formulación y gestión de proyectos”, agrega Julia Argnani, coordinadora de Cooperativa Maleza, una iniciativa que surgió en 2017 en respuesta a la crisis económica que por entonces se profundizaba, de la mano de seis mujeres que armaron un laboratorio en la casa de una de ellas, en el Barrio 20, en Lugano.

Hoy Maleza está integrada por 46 trabajadoras que elaboran los productos en un laboratorio que lograron instalar en Lugano, y planean seguir creciendo. En este sentido, Argnani recuerda que este año InnovaT se acercó a conocer la experiencia de trabajo y desde entonces comenzaron trabajar en conjunto. La cooperativa había comprado unos extractores especiales con el objetivo de poder implementar una línea de producción de aceites esenciales que les permitieran, por un lado, producir ese insumo que utilizan en sus productos y poder reemplazar su compra por una producción propia; y por otro lado, con la idea de sumar esa línea de producción y posicionarse en el mercado como proveedores de insumos naturales.

Maleza está integrada por 46 trabajadoras que elaboran productos con aceites esenciales en un laboratorio que lograron instalar en Lugano, en la Ciudad de Buenos Aires. Foto: Gentileza Cooperativa Maleza.

“A partir del vínculo con InnovaT y CONICET, comenzamos a pensar este proyecto en articulación con INTEQUI –el Instituto de Investigación en Tecnología Química de la Universidad Nacional de San Luis–; esperamos hacer una serie de capacitaciones en formación en el uso de estos extractores de arrastre a vapor de aceites esenciales, y también aprender a planificar y poner en marcha esta línea de producción, tanto para consumo interno de la cooperativa como para poder escalar y vender estos productos”, comenta Argnani.

Otra cooperativa que participó del encuentro fue Torgelon, que surgió como una fábrica recuperada hace alrededor de 14 años, cuando los dueños del frigorífico decidieron cerrar sus puertas. “El año que viene cumpliría cien años”, recuerda Víctor Sena, presidente de esta cooperativa que se especializa en la elaboración de salames y encurtidos, adonde hoy trabajan más de 50 personas. Este caso, el objetivo es mejorar los procesos productivos con tecnologías más sustentables. “Queremos incorporar tecnología solar para la cocción y el secado de los productos”, explica Sena.

En total, InnovaT ya está en contacto con más de 130 emprendimientos cooperativos, desde fábricas recuperadas hasta organizaciones sociales de la economía popular y social. “El CONICET tiene capacidades en casi todas las ramas productivas y las cooperativas constituyen un sector productivo importantísimo, que por supuesto tiene capacidad de innovar e incorporar desarrollos científicos y tecnológicos nacionales, por eso continuamos trabajando para promover esa vinculación y apoyar a cada proyecto según las necesidades particulares de cada uno de ellos”, dice Nacif.

 

Por Vanina Lombardi

Fuente: Agencia TSS