Argentina tiene una extensa tradición en mujeres luchadoras por sus derechos: las sufragistas que consiguieron participar de las elecciones democráticas, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo o la Campaña Nacional por el Derecho por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, tan solo son algunas de ellas. Porque también habría que sumar al activismo cannábico.
Las mujeres cannábicas impulsaron un movimiento tan grande que lograron que sus voces sean escuchadas.
A pesar del riesgo de la cárcel, miles de madres se pararon de frente a la criminalización de la planta y sus usuarios para aprovechar los beneficios terapéuticos y darle una mejor calidad de vida a sus hijos, quienes atravesaban condiciones de salud desesperantes.
Mamá Cultiva Argentina, que es presidida por Valeria Salech, fue una de las organizaciones claves para lograr la Ley de Cannabis Medicinal.
Tal es así que las madres de niños y niñas usuarias fueron protagonistas claves para la sanción de la ley de Cannabis Medicinal, que se aprobó en 2017, luego de haber sensibilizado a gran parte de la sociedad que entendió que el dolor no podía esperar más.
El feminismo cannábico se plantó para pelear por el derecho a la salud y el reconocimiento del mismo. “Cuando pensamos en el feminismo no hay que pensar en términos de guerra de mujeres contra hombres, sino pensar que se nos reconozca las mismas condiciones para desarrollar nuestra vida. En términos de un mundo más justo”, explica a THC la defensora oficial Victoria Baca Paunero.
“Estaba cansada de verlo dopado y siempre desconectado del resto de la familia, con mi marido buscamos otras terapias y vimos en una página de Facebook que una mamá en Estados Unidos le daba cannabis a su hija de 14 años que padecía epilepsia”, le cuenta a THC Valeria Salech, Presidenta de Mamá Cultiva Argentina.
Este fenómeno en el que las mujeres lideran la lucha por la liberación total de la planta es una situación que se repite no solamente en toda América Latina.
Sino que también en los Estados Unidos, donde Mary Jane Rathbun, una mujer que tenía 70 años y repartía brownies de cannabis a pacientes de cáncer o VIH para contrarrestar los efectos de la enfermedad, fue una de las grandes pioneras lo que finalmente fueron las primeras leyes de ese país a favor del cannabis durante los años 90.
Sin embargo y pese a la existencia de la ley de cannabis medicinal en Argentina que abre puertas y allana el camino para acceder a la medicina, todavía está vigente la Ley de Drogas, que regula el régimen de las sustancias ilícitas.
La contraposición de las normas hace que el sistema judicial se vuelva, en muchísimos casos, injusto y tenga como objetivo la criminalización de las mujeres y las disidencias, como la comunidad transgénero.
De hecho, las mujeres activistas aseguran que una de las principales luchas del feminismo cannábico se encuentra en frenar la violencia que ejerce el sistema judicial contra ellas.
Madres que se plantan
Valeria Salech es la fundadora de la ONG Mamá Cultiva Argentina y ella cuenta que llegó a la planta para ayudar a su hijo Emiliano, que tiene autismo no verbal y epilepsia.
“Estaba cansada de verlo dopado y siempre desconectado del resto de la familia, con mi marido buscamos otras terapias y vimos en una página de Facebook que una mamá en Estados Unidos le daba cannabis a su hija de 14 años que padecía epilepsia”, le cuenta a la revista THC. Desde el momento que Emiliano probó el cannabis la vida de todos cambió.
La organización unió a madres y pacientes que batallaron para que se legalice el cannabis con fines medicinales que necesitaban niños, adultos y adultos mayores para calmar sus dolores, y así, tener una mejor calidad de vida.
Desde 2021, la fundadora de Mamá Cultiva Chile, Paulina Bobadilla, es la alcaldesa de la comuna Quilicura.
Las mujeres se pusieron al hombro la pelea, y tuvieron que ir en contra de los prejuicios que había alrededor de la planta y de la falta de conocimientos.
La ONG logró lo que nadie había podido antes: convencer a los legisladores de la importancia de acceder a medicamentos producidos en base a extractos de la planta. Gracias a su lucha, la ley de cannabis para uso medicinal es una realidad argentina.
“Cuando pensamos en el feminismo no hay que pensar en términos de guerra de mujeres contra hombres, sino pensar que se nos reconozca las mismas condiciones para desarrollar nuestra vida. En términos de un mundo más justo”, explica a THC la defensora oficial Victoria Baca Paunero.
Al igual que en Argentina, previamente se había creado en Chile también la ONG homónima. Su fundadora fue Paulina Bobadilla, y como Salech, recurrió a la planta para que su hija Javiera -con epilepsia refractaria- tuviera una mayor calidad de vida. A los pocos días de usar el cannabis, las crisis se calmaron.
Desde el inicio, Mamá Cultiva Chile contó con el apoyo de Ana María Gazmuri de Fundación Daya, que ya tenía un gran recorrido desde 2013.
“Acercamos a la población terapias alternativas y complementarias, con especial foco en el uso medicinal del cannabis y el empoderamiento de los pacientes en su camino por mejorar sus vidas”, le dice a THC Gazmurri.
La relevancia de estas dos mujeres en la vida social chilena es tan importante que mientras Bobadilla logró, a mediados del año pasado, convertirse en alcaldesa de la comuna Quilicura, Gazmuri fue electa como diputada nacional.
Ana María Gazmuri, ex Presidenta de la Fundación Daya, es la primera activista del cannabis en alcanzar una banca legislativa en Chile.
A paso lento: Brasil y Bolivia
Muy lejos del país charrúa se sitúa Bolivia y Brasil respecto al uso de cannabis medicinal. Pero sí la lucha del feminismo cannábico está presente, y sobre todo, de madres-cuidadoras que buscan ayudar a sus hijos con la planta.
Por primera vez, en Bolivia se autorizó que una niña con parálisis cerebral y una discapacidad severa pueda usar cannabis.
Y nuevamente, la principal luchadora de este logro fue una mujer: su madre demostró que la pequeña tenía menos crisis de dolores gracias a la planta y le pidió al Estado que la autorice a conseguir el aceite.
La madre traía desde Chile el aceite y podría haber enfrentado una pena de 12 años de prisión por el suministro de sustancias prohibidas a otra persona. Sin embargo, el Estado la habilitó y el caso se convirtió en un hito del acceso a la salud.
“Cerca de la mitad de las mujeres que están presas es por la ley de drogas”, dice la antropóloga Florencia Corbelle.
Un caso parecido se dio en Brasil, como el cultivo para uso medicinal ni siquiera es legal, la abogada Margarete Brito fundó Apepi.
Es una asociación de pacientes que defiende la producción de cannabis medicinal a bajo costo para satisfacer una demanda que avanza más rápido que la legislación.
Brito y su esposo Marcos Langenbach se convirtieron en 2016 en los primeros brasileños en obtener una autorización judicial de autocultivo para aliviar las crisis epilépticas de su hija Sofía.
Margarete Brito es la primera brasileña en conseguir una autorización judicial para cultivar cannabis para su hija Sofía, quien padece epilepsia.
En 2020, Apepi se convirtió en la segunda asociación en Brasil en ser autorizada judicialmente para plantar y comercializar aceites con fines terapéuticos. Pero un tribunal de apelaciones revirtió una parte del permiso y dejó sin amparo judicial su producción.
La fuerza de las madres es innegable. Recién en 2013, la Marcha de la Marihuana en Brasil logró más fuerza al ser acompañada por las madres de pacientes que demandaban ante la Justicia la legalización del cannabis medicinal.
En la actualidad, la búsqueda de acceso seguro a la planta para palear distintas enfermedades continúa en toda Latinoamérica.
Fuente: Revista THC