En un estudio sin precedentes, investigadores analizaron el perfil fenólico del varietal y pudieron identificar diferentes terruños y parcelas con alta precisión.
El concepto de “terroir” o terruño hace referencia a una compleja interacción de factores que incluyen la planta de vid, el ambiente que la rodea y la intervención humana en los viñedos y en la bodega, y que se expresan finalmente en un vino único proveniente de un sitio específico.
Un estudio, del que participaron investigadores del CONICET y publicado en Scientific Reports, demostró científicamente la capacidad de la variedad malbec de transmitir el terroir a lo largo los años de cosecha y explicar el efecto del origen de las uvas desde el punto de vista de la composición química, incluyendo desde pequeñas parcelas hasta grandes regiones de la provincia de Mendoza.
Es la primera vez que se realiza un trabajo de este tipo para la variedad malbec, y es el más grande hasta el momento, inclusive si se lo compara con reportes previos en otras variedades a nivel mundial. El grupo comparó cuatro niveles diferentes de terroir, veintitrés parcelas distribuidas a lo largo de doce indicaciones geográficas de seis departamentos: Luján de Cuyo, Maipú, Rivadavia, San Carlos, Tunuyán y Tupungato, en tres añadas, o años de cosecha, diferentes (2016, 2017, 2018), elaborando más de doscientos vinos en condiciones estandarizadas con el objetivo de generar una cantidad de datos suficiente que permitieran validar los resultados.
“Los resultados obtenidos en esta investigación exponen un modelo que permite identificar y diferenciar diferentes terroir/parcelas individuales de la variedad malbec con alta precisión mediante el análisis de los compuestos fenólicos presentes en los vinos. A través de una serie de análisis y modelos estadísticos, algunos de estos compuestos fueron asociados directamente a vinos provenientes de sitios específicos y logramos demostrar que este varietal difiere marcadamente de un lugar a otro y entre parcelas cercanas. Específicamente, once de veintitrés parcelas pueden ser identificadas correctamente por el análisis quimiométrico. Adicionalmente, nuestro estudio muestra que esas parcelas específicas mantienen la diferenciación durante diferentes años. En este sentido, se puede probar científicamente la singularidad de un vino particular de acuerdo con su lugar de origen, independientemente del año en que este fue elaborado. El estudio también presenta resultados que evidencian una clara relación entre la composición fenólica y las condiciones climáticas de los sitios de donde provienen las uvas, resaltando la elevada concentración de algunos compuestos fenólicos en parcelas localizadas en indicaciones geográficas con elevada altitud y bajas temperaturas”, señala Roy Urvieta, ex becario del CONICET en el grupo de Bioquímica Vegetal del Instituto de Biología Agrícola de Mendoza (IBAM, CONICET-UNCUYO) y líder del trabajo.
El perfil fenólico es el análisis de la composición individual de compuestos fenólicos presentes en los vinos. Dicha información permite diferenciar las muestras, utilizando los modelos que se presentan en el estudio. Así, un compuesto puede estar presente en un vino y no en otro, y a la vez puede encontrarse en mayor o menor cantidad. Esto puede estar también relacionado con el origen de ese vino, es decir, la parcela de donde proviene, la cual además está expuesta a diferentes condiciones de geografía, de suelo y clima, diferencias que finalmente se expresan en la composición química de cada uno de esos vinos. Los investigadores obtuvieron el perfil fenólico mediante cromatografía líquida con un detector de arreglo de diodos (HPLC-DAD), utilizando una metodología de análisis previamente validada y publicada por el grupo de Bioquímica Vegetal.
“Para obtener el perfil fenólico, analizamos diferentes familias de compuestos incluyendo antocianos, ácidos fenólicos, flavanoles, flavonoles y estilbenos (como el trans-resveratrol). Estos compuestos normalmente se asocian con la sensación en boca y el color del vino, y además sus concentraciones dependen de la procedencia. Determinamos un total de veintisiete compuestos, cuyas cantidades fueron utilizadas para alimentar el modelo de análisis estadístico propuesto, logrando asociar de forma consistente la variación de la concentración de cada compuesto con ciertas parcelas”, detalla Ariel Fontana, investigador independiente del CONICET en el mismo grupo del IBAM y autor responsable del trabajo.
El estudio prueba que a través del análisis químico de vinos malbec de diferentes orígenes se puede demostrar el “terroir” de un viñedo durante diferentes añadas. A diferencia de lo que ocurre en otros países como Francia, donde las diferencias de terruños están basadas en la experiencia y en años de prueba y error, los investigadores recurrieron a la ciencia para reducir este tiempo.
“Con este trabajo de múltiples añadas logramos encontrar parcelas o terruños que no dependen de la añada, sino que ostentan características únicas, y que siempre se podrían repetir con independencia del clima del año. Esto hace distintivo y único a cada uno de esos lugares. Además, nuestro trabajo introduce por primera vez en la literatura científica la denominación “vino de parcela”, una clasificación que actualmente se utiliza en nuestro país para reconocer vinos hechos con uvas provenientes de pequeñas parcelas muy bien caracterizadas en términos de suelo y clima. Así, presentamos un enfoque novedoso para entender la individualización de parcelas con características únicas, un concepto muy relacionado con las características del terroir de los vinos”, agrega el investigador.
Este trabajo surge de la interacción público privada entre el IBAM y el Catena Institute of Wine (CIW) de la Bodega Catena Zapata y es parte de la tesis doctoral de Urvieta, que entre 2016 y 2020 obtuvo una beca co-financiada CONICET-Empresa.
“Lo que más valoramos de los resultados publicados radica en que se trata de una fuerte interacción entre el sector público y el privado, formamos un grupo de trabajo multidisciplinario, en colaboración directa con una bodega complementando las capacidades de cada uno en pos de potenciar esta industria. Y lo más relevante del estudio es que demuestra que el malbec, al igual que los vinos más exclusivos y caros del mundo, como los de la Borgoña francesa, presenta características únicas que pueden diferir marcadamente de un lugar a otro y también entre parcelas cercanas. Presentamos evidencia de que el terroir para el malbec puede identificarse con alta precisión mediante el análisis químico de los vinos. Así, se puede probar científicamente la singularidad de un vino de acuerdo con su lugar de origen, independientemente del año en que fue elaborado. Adicionalmente, la posibilidad de identificar parcelas asociadas con vinos de alta calidad, y que evidencian cierta consistencia en sus perfiles fenólicos a lo largo de diferentes cosechas es de interés para la industria vitivinícola de Argentina. Esto contribuirá a una mejor comunicación de las características de los terroir de diferentes regiones y ayudará en la toma de decisiones técnicas durante la elaboración del vino. Finalmente, la propagación de estos resultados ayudará a aumentar el prestigio del malbec argentino en el mundo y continuar mejorando el posicionamiento de los vinos argentinos”, concluye Fontana.
Fuente: Prensa CONICET