Política – El poderoso jefe del Bloque Justicialista en el Senado habló con Infobae sobre la “crisis” que atraviesa el peronismo, por qué la sociedad exige una oposición “constructiva y no de bloqueo”, y dio su opinión sobre el avance de la Justicia sobre el sindicalismo: “Si es una estrategia del Gobierno, me parece un grave error”
Ya se insinúa el Miguel Angel Pichetto modelo 2018. No hay cambios en su vestimenta, siempre formal: saco y corbata pese a los 38 grados de sensación térmica de estos días de enero. Sí hay un detalle que sorprende: una barba incipiente que, él asegura, no sobrevivirá al verano. Pero lo que más llama la atención es que el opositor que más colaboró con el Gobierno durante todo 2017 parece decidido a tomar distancia. Sin exagerar, bien a su estilo, el jefe de los senadores del PJ anticipa que algunas cosas ya no serán iguales en el Congreso. Se resiste a avalar un llamado a sesiones extraordinarias para febrero, marca los tiempos de la discusión de la reforma laboral que impulsa el oficialismo y anuncia que los proyectos del Ejecutivo serán analizados “más detenidamente”. Avisa que “algunos temas van a pasar y otros los votaremos en contra” y que el Gobierno “va a tener que actuar con más mesura”. Y dice que es una “tontería” haber nombrado embajadores por decreto y que es “peligroso” hacer generalizaciones negativas sobre los jefes sindicales.
—¿Cómo definiría la situación actual del peronismo?
—Está en el marco de una crisis. La derrota del 2015 todavía no ha sido debidamente procesada y analizada. Un proyecto político tiene que tener un líder y un programa, y el peronismo hoy no tiene ni líder ni programa. Hay una etapa que me parece está superada, que tiene sus virtudes y sus análisis defectuosos, y que ya queda para el proceso histórico.
—¿Y qué es más difícil de generar, un programa o un líder?
—Las dos cosas. El liderazgo porque implica un nivel de instalación en la sociedad, una imagen que pueda transmitir ideas… Y el programa porque implica una construcción de tipo intelectual en un momento del mundo complejo, en un momento donde el proceso económico argentino también es muy complicado… ¿Cuáles son los límites de la globalización? La defensa de la industria nacional, la producción agropecuaria, todo lo que tiene que ver con el mundo del trabajo… son los debates que tiene que tener el programa del peronismo de cara al 2019.
—¿Pero qué viene primero, el líder o el programa?
—A mí me parece que en 2018 hay que trabajar sobre ambos aspectos. Para antes de fin de año el proyecto tiene que estar definido. Si una virtud tuvo el PRO en su momento fue que siempre tuvo definida la candidatura de Mauricio Macri y construyó un programa de perfil liberal y de confrontación con el kirchnerismo. Esos fueron sus ejes desde el 2003, desde la primera derrota hasta que llegaron al poder a nivel nacional.
—¿Y eso se mantiene? Porque hoy está el liderazgo de Macri por un lado y, por el otro, y en función de lo que dijo en el Senado, el de Cristina Kirchner, que anticipó que se va a oponer al Gobierno porque para eso la votaron… ¿Ese es el liderazgo opositor más claro hoy?
—Bueno, yo no haría ese tipo de calificación. Habría que analizar un poco qué significa ser opositor y hacer un análisis. Gianni Vattimo habla de oposición de bloqueo, que es la que le impide todo al que gobierna; y la otra es una oposición constructiva, de alternancia, democrática, de construcción de ideas. A mi me parece que la sociedad está más en la idea de que el peronismo exprese esta segunda opción, no la de bloqueo. La de bloqueo es vaciar el Congreso, que el Presidente tenga que gobernar por decreto… Yo no la comparto y nunca estuve de acuerdo con ese eje de pensamiento.
—¿La primera expresión sería la de Cristina y la segunda la suya, por ejemplo?
—Yo no hago un análisis de tipo personal. Lo que me parece es que el peronismo está en la construcción de una alternativa. Hay un espacio que representan los gobernadores, que es el espacio federal de la gente que gobierna y tiene responsabilidad. Yo siempre miro y pienso en la necesidad de la renovación generacional, del trasvasamiento, de que aparezcan figuras que están entre los 40 y los 50 años y puedan expresar una propuesta política electoral de aquí al 2019, que va a haber que dar la pelea política. Y el peronismo tiene que buscar una relación más amigable con la sociedad.
—Esa oposición de diálogo, que acompaña al gobierno, ¿cómo se la comunica a la sociedad?
—Yo no diría que acompaña, yo diría que discute, debate y logra modificaciones, recursos para las provincias… ¿Qué es lo que mira la gente? A mi me parece que la gente no quiere una oposición radicalizada. Me parece que la sociedad está esperando una oposición de alternativa, una oposición democrática. Y después en ese debate y en esa discusión de ideas que surja también la posibilidad de la alternancia.
—¿Y qué lectura hay que hacer de las últimas fotos que circularon? La del presidente del PJ Bonaerense con Massa, la del líder del Frente Renovador con usted…
—Sergio Massa me parece una figura sumamente interesante en el proceso de reconstrucción de este peronismo que yo denomino del centro nacional… Y me parece que es una figura todavía hoy muy importante que tiene que recuperarse y plantearse también ser una de las herramientas centrales del recambio y del futuro del partido. Después hay figuras como las de los gobernadores, que yo he venido mencionando a lo largo del año: el caso de (Juan Manuel) Urtubey, (Sergio) Uñac, (Gustavo) Bordet, (Juan) Manzur… Son gobernadores jóvenes muy interesantes. El caso mismo de un hombre de gran experiencia como (Juan) Schiaretti, que es una figura notable.
—¿De ahí debería salir un líder del peronismo?
—De ahí debería construirse una alternativa. El otro espacio que hoy se expresa en Unidad Ciudadana yo la veo como una fuerza más identificada con el centro izquierda, con una izquierda más dura. No está mal que esto esté expresado políticamente.
—¿Cuándo usted habla de la construcción de una alternativa, habla de disputarle el poder a Cambiemos en 2019 o de perder en 2019 y apuntar al 2023?
—Nosotros tenemos el deber de reconstruir al peronismo lo más rápido posible. Cuanto más tarde esa tarea de reconstrucción, más vamos a tardar en volver al poder. Esto es un dato central de la política. Si no hay un liderazgo y no hay un programa es indudable que no se cuenta con las herramientas centrales para poder ser competitivo en la elección. El peronismo tiene que tener una opción electoral con posibilidad de ganar en 2019.
Nosotros tenemos el deber de reconstruir al peronismo lo más rápido posible. Cuanto más tarde esa tarea de reconstrucción, más vamos a tardar en volver al poder
—Hoy parece lejos de eso, ¿no?
—Si, pero la Argentina tiene una gran dinámica. Analice lo que pasó en los últimos 60 días, incluso en términos de pérdida de expectativa e imagen del propio presidente. Es cierto que todo es relativo y todo se mueve, pero yo noto alguna desaprensión respecto al sector que más ha apoyado a este gobierno, que es la clase media. Los 10 millones de trabajadores argentinos que en distintas actividades aportan y son los que pagan la tarifa más cara, la nafta más cara, el peaje, la prepaga, la escuela de los pibes. Ellos están sufriendo hoy un impacto muy importante sobre sus salarios. Me parece que el Gobierno tiene que tenerlo en cuenta.
—¿Y usted cree que ahí hay una oportunidad para el peronismo?
—Siempre hay una oportunidad cuando la economía no se consolida. Porque la gente va a buscar otra alternativa. La cuestión política ha sido ratificada en 2017. La gente no quiso volver hacia atrás, ha elegido nuevamente a los candidatos de Cambiemos y el resultado electoral ha sido importante para el Gobierno. Ahora bien, el 2019 me parece que va a estar más cruzado por la economía. El análisis de la gente va a estar más ligado a lo que ganó, a lo que perdió…
—Pero usted dice…
—Yo digo que el escenario argentino siempre es abierto, que el Gobierno hoy está mejor parado, pero creo que tiene inconvenientes en el proceso económico. Es muy difícil pensar un país productivo con una tasa de interés del 28%. Con esa tasa de interés nadie invierte en el sistema productivo.
—Sobre el final de 2017, un sector del peronismo apoyó las iniciativas económicas del Gobierno, ¿usted hace alguna autocrítica?
—De ninguna manera. Ninguna. ¿Qué pasaba en la Argentina si no se votaba el presupuesto? ¿Qué señal le dábamos al mundo en términos de previsibilidad? Se puede ser una oposición crítica, pero hay instrumentos que no se le pueden negar al gobierno. Uno de ellos es el presupuesto, otro es el tema tributario.
—¿Y la reforma previsional?
—Formó parte del acuerdo fiscal. Fue un acuerdo que firmaron los gobernadores. En realidad está mal llamada reforma previsional. Es una modificación del índice de ajuste previsional por uno que es razonable. Esto formó parte del acuerdo fiscal y creo que no hubo una correcta explicación por parte del Gobierno. El Gobierno aplicó la tesis que yo denomino Durán Barba, que es no hablar de los temas. Mucho más de los que aparecen difíciles. Y pagó un precio desmedido por esto.
—¿Y el sector del peronismo que acompañó no pagó un costo también?
—Bueno, si, lo que pasa que gobernar y estar en la política no es un análisis de encuestas. Los gobernadores firmaron un acuerdo, nosotros lo llevamos adelante, incorporamos cambios, modificamos la fórmula… La fórmula del gobierno era mucho peor. Y bueno, es lo que asumimos. Me parece que hay que hacerse cargo de los acuerdos.
—¿Pero usted está dispuesto a seguir pagando esos costos? ¿O la decisión de no acompañar un llamado a extraordinarias para febrero habla de un cambio de estrategia?
—Primero y principal no es una decisión de tipo personal. En la política generalmente hay que pagar costos y es difícil caerle simpático a todo el mundo. En segundo lugar, me parece que hay que trabajar en conjunto con los gobernadores provinciales en la construcción de una propuesta y hay que hacer una oposición democrática. Algunos temas van a pasar y otros los votaremos en contra. Eso me parece que es la regla de un sistema político institucional que funciona.
Hay que hacer una oposición democrática. Algunos temas van a pasar y otros los votaremos en contra
—Pero en ocasión de la reforma previsional usted habló de la “ingrata tarea de votar esta ley”, ¿cree que durante 2018 también va a tener la ingrata tarea de votar leyes con las que no coincida absolutamente?
—No, vamos a analizar todo con mucho más detenimiento y fundamentalmente el Gobierno tiene que explicar cada proceso que quiera modificar con las leyes. No puede mandarse debajo del agua y creer que hay que dejar pasar el momento o jugar con las redes. Hay que explicarle a la sociedad, ir a dar el debate en los medios de comunicación… Y haremos un debate serio y responsable en el ámbito del Congreso.
—O sea, ¿usted cree que hubo un apoyo apresurado de la reforma previsional?
—No, yo no digo eso. Repito: hubo un diálogo y un acuerdo previo firmado por los gobernadores. El acuerdo fiscal implicaba el cambio de la fórmula, estaba dentro del documento que firmaron los gobernadores.
—¿Y con la reforma laboral no pasa algo parecido? Porque en su momento parecía que había consenso…
—En su momento yo fijé la fecha de tratamiento en comisión. La CGT no pudo venir porque viajó al Vaticano a una reunión con el Papa y además hubo sectores de la propia CGT que no estuvieron de acuerdo. Siempre sostuve que era imprescindible tener un nivel de consenso muy importante con el mundo del trabajo. Por lo tanto considero que este no es un tema para extraordinarias. El Gobierno estuvo todo el verano, mientras estaba de vacaciones en Punta del Este, o en distintos lugares del país, hablando de la reforma laboral y yo lo que le digo es que este es un tema para ordinarias, es un tema que analizaremos con mucho detenimiento. Y además me parece que el Gobierno tiene que gobernar con las leyes que tiene. Dejar de hacer nombres pomposos como reforma laboral, reforma previsional… Si hay algunos temas que pueden ser tratados, se tratarán. Por ejemplo, el blanqueo de trabajadores me parece muy interesante para analizarlo en el Congreso. Pero me parece que van a tener que actuar con más mesura y consolidar un diálogo y defender de cara a la sociedad las ideas que tienen.
Me parece que el Gobierno tiene que gobernar con las leyes que tiene. Si hay algunos temas que pueden ser tratados, se tratarán
—Pareciera que está enojado…
—No estoy enojado para nada. Hace mucho tiempo que ya no me enojo. Yo no estoy enojado con nadie. No hago política desde una cuestión personal. Yo nunca agravié a nadie en lo personal. Estoy tratando siempre de discutir ideas. Hay algunos que hacen declaraciones y atacan en lo personal, yo nunca lo hice. Ni en el peronismo ni con el Gobierno.
—¿Pero el Gobierno debería esperar una posición más dura del peronismo en 2018?
—El Gobierno tiene que esperar del Congreso un trato inteligente y democrático. Tiene que venir a dar el debate sobre los temas que quiere impulsar y someterse lógicamente a las decisiones de las mayorías en ambas cámaras.
—¿Qué le pareció la decisión del Presidente de nombrar embajadores por decreto sin pasar por el Senado?
—Una tontería. No lo veo serio. Lo dije apenas empezó la gestión del presidente cuando también había nombrado embajador en comisión en Estados Unidos, nada más ni nada menos que en Estados Unidos, a Lousteau. El Senado nunca ha retaceado el apoyo en la comisión de Acuerdos a los embajadores propuestos por el Ejecutivo.
—¿Cómo definiría lo que está ocurriendo con un sector importante del sindicalismo? Dirigentes que han sido detenidos, otros que están siendo investigados…
—Primero y principal que los casos que están siendo analizados hoy como casos estruendosos son de dirigentes de mínima envergadura. El caso del dirigente de este gremio que yo no sabía que existía, Balcedo. O el caso de la dirigencia gremial de la UOCRA en Bahía Blanca que era por todos conocidos cómo funcionaba. Yo creo que en este tema no hay que generalizar, me parece que querer descalificar al conjunto de la dirigencia gremial argentina es un grave error. Si es que hay alguna estrategia por parte del Gobierno, me parece un grave error. Creo que cada caso puntual lógicamente hay que analizarlo e investigarlo, pero en general la dirigencia obrera sindical ha tenido un comportamiento razonable en la relación con un gobierno que no es de signo peronista. Ha tenido, diría, una mirada responsable. Ha hecho muy pocas medidas de fuerza, tiene siempre una vocación de diálogo, muchos de ellos están corridos por sectores de base de orientaciones ideológicas mucho más duras… Así que me parece que hay que tener cuidado de no generalizar y tratar de mirar el tema en un marco más responsable. Porque me parece que eso va debilitando los planos institucionales de la Argentina.
—¿Usted coincide por ejemplo con La Cámpora que dice que esto es parte de una persecución para avanzar con la reforma laboral?
—No coincido con La Cámpora y tampoco hago comentarios sobre lo que dice La Cámpora. Tengo mi visión sobre el tema. Es peligroso hacer una generalización y un ataque dirigido a todo el sindicalismo en la Argentina. Creo que son estructuras que tienen una historia y que han actuado con mucha mesura y mucha responsabilidad durante estos dos años.
Es peligroso hacer una generalización y un ataque dirigido a todo el sindicalismo en la Argentina
—¿Qué opina de las declaraciones de Barrionuevo?
—En la parte de que no hay que generalizar estoy totalmente de acuerdo. En el otro tema, recordar el pasado, no fue muy acertado. Pero bueno, son declaraciones que tienen que ver con la defensa del movimiento obrero. Mal efectuadas, pero… Yo no las comparto.
—Usted cree que el movimiento obrero puede y debe ocupar un lugar dentro de la reconstrucción del peronismo…
—Por supuesto, es central. Los grandes sindicatos, los gobernadores, el espacio federal, las dos cámaras del Congreso, los intendentes… Por ahí va el camino de una reconstrucción, de una propuesta peronista para las elecciones de 2019.
—¿Cree que el 2018 también va a estar marcado por las causas judiciales contra ex funcionarios K?
—Tal vez sea en menor medida. Y tal vez también con algunas correcciones que tienen que hacer las cámaras, especialmente con el tema de la prisión preventiva. Me parece que ha habido demasiada sobreactuación en esos temas. La privación de la libertad tiene que darse con la sentencia, mucho más cuando no hay riesgo de fuga.
Fuente: Infobae.com – Por Mariano Thieberger