Milagros, la nena sin brazos ni piernas que cumplió su sueño de correr por la Patagonia

Por una extraña enfermedad nació sin extremidades. Su padre la cargó 13 kilómetros en una carrera de trail que atraviesa la estepa del sur del país

Destino Madryn es una de las grandes carreras de la Patagonia Argentina y se realiza en Chubut desde hace varios años. En esta última edición tuvo una historia especial que conmovió a todos los asistentes, entre los que me encontraba.

Como en todo evento de trail hay varias distancias, una de las cuales son los 13K, que se corren en el segundo día del evento. Es común que familiares, personas de lugar y corredores que han finalizado su prueba se acerquen a los últimos metros del recorrido para dar un gran aliento antes del final.

Estábamos varios corredores aplaudiendo y saludando a todos los que pasaban. De pronto uno de mis amigos me dice: “Ahí viene el padre que corre cargando a su hija”. Cuando miré, lo vi a Sebastián que venía trotando a buen ritmo por el sendero que estaba a dos metros antes de la llegada. En su espalda, cargaba una mochila donde estaba Milagros, su hija, que iba con la sonrisa más grande y luminosa que uno pueda imaginar.

Inmediatamente los aplausos se mezclaron con las lágrimas. Tan sólo verlos pasar y observarlos durante unos segundos era como un golpe definitivo al corazón. Si bien existe una compleja historia detrás, esa imagen tenía todo el impacto emocional necesario para entender el amor de un padre y la felicidad de una hija.

Milagros tiene ocho años, nueve a partir del 15 de septiembre. A los cinco meses de gestación, un estudio reveló que nacería sin extremidades. El bebé no tendría ni brazos ni piernas. La mamá y el papá de Milagros no se dieron por vencidos ni mucho menos. Siendo profundos creyentes, al recibir la noticia rezaron y sintieron la paz de quien sabe que no se rendirá.

La beba nació con meromelia transversa, un raro trastorno marcado por la ausencia, en este caso, de las cuatro extremidades. A medida que Milagros fue entendiendo su situación, su padre le enseñó a no rendirse y a hacer las cosas que otros hubieran creído que no eran posibles. Sebastián le dijo a Milagros: “Vos todo lo que te propongas, lo vas a poder lograr”. Con esa convicción fue creciendo.

Sebastián se dedica al canotaje, ese es su deporte. Pero un día cuando regresó de una competencia, Milagros le dijo que ella quería ganar una medalla como él.

Sebastián hizo lo que cualquier padre hubiera hecho, empezó a buscar la manera de cumplir el sueño a su hija. La idea de participar de una carrera fue instantánea.

Así fue que se inició un camino donde ambos empezaron a participar de eventos, en primer término de calle. Debutaron con un 5K, donde Sebastián empujaba el carro de Milagros, una modalidad conocida en las carreras de calle. Esa primera experiencia fue tan plena y feliz, que inició una nueva etapa para ambos. A Sebastián y a Milagros les pasó lo mismo que les pasa a todos los corredores después de su primera carrera. Ella estaba feliz y le dijo a su padre: “Papi, yo quiero seguir corriendo”.

Luego vino el gran salto, ambos se anotaron en una carrera de trail. Esto es algo inédito, pero no por eso menos posible. Con una mochila, Sebastián llevó a su hija en una carrera, usando la mochila al frente. Lograron su objetivo, pero el esfuerzo fue enorme.

 

Sebastián cuenta: “Al otro día no me podía mover del dolor de cintura. Un profesor, Gustavo Montiel, que se dedica al trail, me dijo que para él sería un honor entrenarme. Así llegué bien a Destino Madryn, mejor entrenado y con la mochila en la espalda y bastones en las trepadas. El grupo de running Amigos Dinamita me hizo el aguante”.

 

Pero Destino Madryn no es una carrera fácil. Se necesita no sólo estar bien entrenado, sino también una fortaleza física y mental para llevar a Milagros en una especie de mochila en la espalda. Ayudado por bastones, cómo muchos corredores, Sebastián llevaba a su hija y también la hidratación. Pero además de los amigos que viajaron a competir, también hubo docenas de desconocidos que los alentaban. Verlos en cualquier momento de la carrera era emocionante.

“Es una carrera exigente y agotadora, pero mi motivación es llegar al final de la competencia y que mi hija tenga su medalla, con eso me alcanza para no rendirme”. Ninguno de nosotros vio nunca en el trail algo así, son genuinamente admirables y conmovedores.

 

“Yo soy las piernas de mi hija, conmigo ella corre”, dice Sebastián siempre emocionado. Luego del aliento de todos, ambos lloraron al cruzar la meta y más tarde fueron ovacionados no sólo al tener la medalla de finisher sino también una copa especial en reconocimiento al ejemplo que nos dieron a todos.

 

Padre e hija vienen de San Antonio, Río Negro, y no tienen la facilidad de viajar por todo el país para cada carrera. Por eso, cuando deciden competir, hacen rifas y así logran costear sus viajes, además de diferentes sponsors que los ayudan. Ellos son un ejemplo para todos. Tienen una cuenta de Instagram para compartir lo que hacen, se llama @sepuedee.

 

La idea es “publicamos en las redes sociales para que la gente que está pasando por la misma situación se anime a hacer cosas, que es algo hermoso.” Vale la pena conocerlos y ver todo lo que logran con amor y con fe.

 

“No puedo es una excusa”, dice Sebastián y tiene razón. Ver la felicidad de Milagros, su sonrisa en las carreras, justifica todo esfuerzo. Cruzarse con ellos es llenar de inspiración y esperanza. Son un verdadero ejemplo. Su gran sueño es correr en la ciudad de Buenos Aires, seguramente pronto lo lograrán, como logran todo lo que se proponen.

Por

Santiago García

*Santiago García es maratonista, autor de los libros “Correr para vivir, vivir para correr” y “Volver a correr”. Completó la Six World Marathon Majors dos veces. En Instagram: @sangarciacorre.

 

Fuente: INFOBAE