La Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo ya cuenta con un nuevo sistema de monitoreo automático para efluentes industriales, que funciona integrado a un centro de control ambiental que están desarrollando en conjunto con instituciones públicas y empresas privadas nacionales.
La Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) desarrolló un sistema de monitoreo automático para efluentes industriales, con el cual podrán mantener un control permanente de los contaminantes ambientales con el objetivo de reducirlos e iniciar nuevas acciones de remediación. Se trata de nueve equipos para uso exclusivo, fabricados íntegramente por proveedores nacionales. Seis de ellos están ubicados en locaciones fijas mientras que los tres restantes son móviles, con los que buscarán monitorear más del 90% de los vuelcos líquidos de origen industrial de la cuenca, entre lo que resta de este año y el próximo.
“Antes, el monitoreo industrial se realizaba de manera manual”, recuerda Matías Parra Visentin, Coordinador de Ciencia y Tecnología de ACUMAR, y aclara que estos equipos fueron pensados para controlar a los que consideran grandes aportantes de efluentes, que corresponden principalmente a empresas alimenticias, curtiempres, mataderos y pinturerías, entre otras.
Según registros de ACUMAR, a lo largo de los 64 kilómetros que componen la cuenca hay más de 4400 industrias (el 20% de ellas en la zona de La Matanza), entre las cuales hay 49 establecimientos industriales, comerciales y conjuntos habitacionales que son considerados como “grandes aportantes de efluentes”, ya que son responsables del 80% de carga de contaminación de tipo orgánica vertida por el total de los establecimientos al cuerpo de agua receptor. Entre ellas, hay un primer grupo de 19 establecimientos que son los que más aportan, que estan invirtiendo más de 40 millones de dólares, en 17 obras privadas de adecuación ambiental de infraestructura. De ese modo, se espera que a mediados del año 2024 se logren reducir alrededor de 1400 kilos de desperdicios diarios.
“Antes, el monitoreo industrial se realizaba de manera manual”, recuerda Matías Parra Visentin, coordinador de Ciencia y Tecnología de ACUMAR.
Para desarrollar los nuevos equipos de monitoreo, ACUMAR estableció acuerdos con diversos actores del sector públicos y privado. Desde el sector público, por ejemplo, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (I+D+i) les otorgó un financiamiento FONTAR de más de $31 millones. Además, recurrieron a la Universidad Nacional Guillermo Brown (UnaB), que los acompañó en el desarrollo del sistema para la toma, muestreo y procesamiento de los datos.
En cuanto al sector privado, establecieron acuerdos con la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), que conformó un Centro Tecnológico Metalúrgico (CETEM) junto con la Universida Nacional Arturo Jaureche (UNAJ) y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM); y la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (CADIEEL), en un contexto de tecnologías ambientales 4.0, para mejorar el control industrial en las empresas de la cuenca.
“En vez de comprar equipos armados y hechos en el exterior, con este proyecto destinamos ese mismo dinero en empresas nacionales. De ese modo, no solo obtuvimos una solución a nuestros requerimientos, también desarrollamos tecnologías y técnicos locales”, destacó Bruno De Alto, director general Ambiental de ACUMAR.
Al respecto, el especialista aclaró que para fabricar los equipos se formó un consorcio de cooperación empresaria denominado Ecosensar, que surgió de la unión de tres pymes nacionales (POSTHAC, ADRA y ComSi), a las que contactaron a través de la cámara empresaria, CADIEEL. “Ecosensar es un ejempolo de cómo el Estado puede traccionar la generación de empresas”, dijo Parra Visentín.
Los equipos móviles pueden ser instalados en cualquier cámara de vuelco de efluentes líquidos. Contienen sensores que permiten controlar cinco variables: oxígeno disuelto, caudal, temperatura, acidez (pH) y conductividad. Lo hacen en tiempo real y envian los datos a un sistema de gestión online por vía remota. Además, cada unidad cuenta con un dispositivo que permiten tomar y almacenar hasta 24 muestras refrigeradas, para un posterior análisis en laboratorio.
Sala Video Wall del Centro Integral de Monitoreo y Control Ambiental (CIMCA) en ACUMAR.
Almacén de datos
En conjunto, este sistema de monitoreo continuo mide caudal, pH, DBO. temperatura y conductividad. Está hecho de manera on line y los datos son observados, registrados y controlados desde el Centro Integral de Monitoreo y Control Ambiental (CIMCA), que ya está funcionando en la sede La Boca de ACUMAR.
El CIMCA ha sido desarrollado para fortalecer el sistema de monitoreo y gestión de información, a través herramientas que incorporan la ciencia de datos para el diseño, la instalación y conexión de un conjunto de equipos y procesos para la recepción, registro, integración, almacenamiento, análisis y la visualización de los datos generados por los sistemas de monitoreo e imágenes que posee ACUMAR.
“Estamos integrando todos los datos que se están generando, sumado a los históricos que no estaban en línea, para poder buscar y encontrar toda la información a un solo sitio”, explicó Jorge Paredes, analista de Datos en ACUMAR, y agrega que todo este sistema se desarrollo con software libre. Esta tecnología permitirá resignificar la lectura de datos, con la ayuda del uso de algoritmos y vinculaciones que hasta el momento no se estaban realizando ya que la información se obtenía de manera independiente. Además, la cantidad de datos registrados permite que el CIMCA pueda generar series de sucesos, temporales y locales, que a su vez pueden ser vinculados a obras o intervenciones de saneamiento, concretas.
La creación del CIMCA fue otro de los grandes proyectos que desarrolló ACUMAR en los últimos años. Para lograrlo, obtuvo un financiamiento del Banco Mundial de alrededor de 3 millones de dólares, y estableció acuerdos con universidades e instituciones públicas del país como la Universidad Tecnológica Nacional y la Universidad Nacional de Almirante Brown.
Por Vanina Lombardi
__
Agencia TSS