En plena pandemia, profesionales de la salud crearon un programa de género y empleo desde el cual ofrecen capacitaciones, asesoramiento y otras herramientas para mujeres del conurbano bonaerense que viven en situaciones de vulnerabilidad y violencia.
“Una de las problemáticas más habituales que atendemos en el Centro de Salud se vincula con cuestiones de violencia de género, y nos dimos cuenta de que para que las mujeres realmente pudieran salir de esas situaciones debíamos ayudarlas a encontrar empleo e independencia económica”, afirma Nanci Giraudo, directora ejecutiva del Centro de Salud San Pantaleón, en el Bajo Boulogne, San Isidro, desde donde impulsan un espacio denominado Género, Empleo y Salud (GES), que acompaña a mujeres que viven en condiciones de riesgo y vulnerabilidad.
El programa funciona de manera horizontal, y las decisiones se toman en conjunto con quienes participan en este espacio. Así, a raíz de las demandas de varias mujeres de la comunidad, abrieron un consultorio de trabajo social, para que cualquiera se pueda acercar para resolver cuestiones que tienen que ver con trámites y otros temas vinculados al acceso al empleo, y muchas se acercaron pidiendo capacitaciones. Por ejemplo, de qué manera se podían insertar en el mercado laboral, si había bolsas de empleo en el municipio, cómo hacer un currículum e, incluso, cómo convertir sus pasatiempos en un emprendimiento, cómo armar su marca personal y presentar sus productos, cómo hacer un modelo de negocios o una red social para comercializarlos, entre otros.
Con esas premisas, un equipo conformado por cinco mujeres especializadas en diversas disciplinas sociales y de salud comenzó a trabajar, durante el 2019 y también el año pasado, ya en medio de la pandemia. De ese trabajo resultaron varios microemprendimientos que hoy continúan buscando el modo de afianzarse y expandirse: algunas elaboran y venden alimentos; otras se orientaron al área textil, como una mujer que diseñó una bolsa de tela reutilizable que se guarda en un pequeño estuche y una colega que se dedica a la confección de cuchas, accesorios para mascotas y delantales de cocina, entre otras prendas. También hay una de ellas que se especializó en puntillismo y ofrece objetos decorados con esta técnica, como lapiceros, portavasos y cajas de té. Asimismo, algunas mujeres se capacitaron en oficios y servicios. Una de ellas por ejemplo es electricista, otra peluquera y también hay una profesora de baile fit, que hoy ofrece clases para mujeres en la segunda edad.
El equipo está conformado por cinco mujeres especializadas en diversas disciplinas sociales y de salud que comenzó a trabajar durante el año 2019 y también el año pasado, en plena pandemia.
“Esto comenzó hace cuatro años, cuando era voluntaria del centro médico y me ofrecieron hacerme cargo de este espacio. Con el tiempo me animé y decidí estudiar, hice el instructorado y luego terminé la secundaria, lo que me sirvió para tener mi marca personal y poder dar clases”, recuerda Claudia Reartes, quien además está estudiando la carrera de Psicología Social. “siento que todavía tengo mucho por aprender y para dar, pero necesitamos oportunidades de trabajo. Me cuesta conseguir un espacio para dar clases y para quienes hacen microemprendimientos es difícil conseguir un lugar donde vender sus productos”, reclama.
Por eso, desde GES también están trabajando en la búsqueda de nuevas opciones de comercialización, acceso a microcréditos y otras formas de darle visibilización a estos productos y servicios. Para ello, se pusieron en contacto con otras fundaciones y organizaciones no gubernamentales, como la ONG Semillas y la Fundación Flor, e incluso con el municipio de San Isidro y otros organismos de gobierno. Por ejemplo, además de organizar ferias de emprendedoras se conectaron con el Fondo Nacional de Capital Social (FonCaP) y llevaron referentes de nivel nacional a capacitar a las mujeres sobre microcréditos que está ofreciendo el Estado.
Asimismo, están pensando en elaborar algún tipo de catálogo para difundir estos productos y servicios emprendimientos en otros ámbitos. “Si esto puede circular en la Fundación Flor, por ejemplo, que es una red de 900 mujeres, la mayoría ejecutivas, y alguna de ellas necesita un regalo empresarial o un catering, ¿por qué no comprárselo a una de estas mujeres?”, comenta Giraudo y destaca que esto es importante para lograr escalar sus producciones.
“En muchos casos, la pobreza retroalimenta la pobreza. Es decir, yo hago un producto y se lo vendo a mi vecina o lo ofrezco en una feria barrial, que no está mal porque de alguna manera se sostiene esa microeconomía, pero si quiero dar un pasito más es necesario acceder a otros ámbitos para llegar a otro público, lo que también sería un estímulo para que se sigan capacitando y se superen”, dice Giraudo, que es médica de familia.
Mujeres en pandemia
La llegada de la pandemia complicó aún más la situación de estas mujeres. En muchas casos, el encierro por las medidas de aislamiento social potenció la violencia intrafamiliar. Además, las mujeres son las que usualmente cumplen el rol de cuidadoras, lo que incrementó el trabajo no pago entre ellas. “Afloraron muchas cuestiones que ameritaron la creación de otro espacio dentro de GES, una alternativa que se abocara específicamente a cuestiones que tienen que ver con violencia de género e interpelarnos acerca de los roles y la familia, los derechos de los niños y de la mujer, la salud integral de la mujer y las crianzas libres”, recuerda la psicóloga María Alejandra Corvalán, que se ocupó de diseñar una serie de actividades específicas para responder a estas necesidades y así formaron un área dentro del programa conocida como GES Salud Comunitaria, que se sumó a la que ya venía en funcionamiento, a la que denominan GES Contenidos.
Desde GES también están trabajando en la búsqueda de nuevas opciones de comercialización, acceso a microcréditos y otras formas de darle visibilización a estos productos y servicios.
“Vemos estas situaciones por las que van pasando las mujeres, y que realmente hay muchas menos oportunidades para ellas, que han relegado sus sueños o proyectos personales por llevar adelante las tareas de cuidado. Pero también sabemos que hay otras opciones, pero que estas mujeres desconocen o no se sienten interpeladas por ellas. Por eso, nos parece que desde este centro, que es de referencia para la comunidad, también tenemos que acompañar esos procesos de las comunidades, empezar a habilitarles opciones y acercarles recursos”, agrega Ivana Carballeira, que es trabajadora social.
El centro de salud San Pantaleón es una ONG mixta en la que interviene la Fundación MF (Medicina Familiar) y el municipio de San Isidro, ya que desde el 2016 forma parte de la red de Centros de Atención Primaria municipales. Allí se ofrecen todas las prestaciones características de un centro de salud, como atención de médicos de familia, odontología, enfermería, nutrición, psicología, trabajo social y también funciona una farmacia comunitaria, adonde se pueden retirar los medicamentos gratis. Pero trabajan con un enfoque particular: “Concebimos a la salud como algo mucho más amplio que lo técnicamente biologicista, que tiene que ver con la salud mental, con poder tener un empleo, con poder perseguir su sueño y poder realizarse”, subrayó Carballeira.
“Esta dicotomía que en la pandemia separó economía y salud, para nosotras van de alguna manera juntas”, coincidió Giraudo, y concluyó con una anécdota personal que, de algún modo, marcó su carrera profesional: “Cuando cursaba mi residencia, hicimos una intervención comunitaria con niños de quinto grado, les preguntamos qué era salud, y una niña respondió ´tener un juguete´. No era descolocado, porque para que esta niña pueda tener un juguete, tiene que tener padres que lo puedan comprar y que estén saludables para que puedan trabajar”.
Por Vanina Lombardi
Fuente: Agencia TSS