Silvina García Larraburu: “Los pueblos no son empresas: preservar la conectividad aérea y a Aerolíneas Argentinas, es defender el federalismo”

Una vez más, el gobierno de Milei demuestra  su absoluto desinterés por las realidades de las provincias argentinas. La reciente decisión de recortar rutas aéreas operadas por nuestra línea de bandera, Aerolíneas Argentinas, no solo representa un ataque directo a una empresa estratégica del Estado, sino que golpea de lleno a las economías regionales y debilita el ya frágil entramado federal argentino.

Desde el inicio de su mandato, el Presidente ha intentado imponer una visión unitaria, porteñocéntrica y mercantilista de la Argentina, donde todo lo que no sea rentable bajo los parámetros de mercado debe desaparecer. Pero los pueblos no son empresas. Aerolíneas Argentinas no es solo una compañía aérea: es una herramienta de integración nacional, un puente entre regiones, una garantía de acceso, desarrollo y oportunidades para quienes viven lejos del Área Metropolitana de Buenos Aires.

El recorte de vuelos a ciudades como: Viedma, Mar del Plata, Rosario, entre otras no es una cuestión técnica: es una decisión profundamente política. Porque lo que está en juego es la posibilidad que nuestras provincias sigan conectadas con el resto del país y del mundo, con todo lo que eso implica para el turismo, la producción, el comercio, la salud y la integración interprovincial.

Aerolíneas Argentinas continúa recortando gastos, con el fin de sostener y mejorar su balance económico del 2024 que fue positivo por primera vez desde la estatización.

Este ajuste llega ahora de la mano del cierre de 17 de las 21 sucursales comerciales que la empresa tiene en diferentes puntos del país. Algunas ya cerraron,y otras serán dadas de bajas hasta el 30 de mayo. Según información  brindada por la compañía, al 30/4/25 habrán cerrado las sucursales de San Carlos de Bariloche, Ushuaia, El Calafate, San Juan, Jujuy, Rosario, Comodoro Rivadavia, Posadas, Salta, Neuquén, Bahía Blanca, , Trelew, Formosa, Santa Fe, Río Gallegos, Río Grande y Corrientes.

Como rionegrina, la suspensión  de la conexión aérea entre Bariloche y Viedma merece un párrafo aparte. Esta ruta representa una herramienta estratégica para la integración territorial de la provincia de Río Negro. En tanto no solo acorta significativamente los tiempos de traslado entre la capital provincial y su principal ciudad turística y económica, sino que también favorece el desarrollo de actividades institucionales, productivas, sanitarias y educativas.

Su suspensión implica un retroceso en términos de conectividad, especialmente para quienes deben realizar gestiones administrativas o recibir atención médica de complejidad en centros específicos. A su vez, afecta negativamente al turismo interno, limita las oportunidades comerciales y debilita la cohesión provincial al dificultar la circulación entre regiones con realidades complementarias.

En síntesis, la ausencia de esta ruta profundiza las asimetrías regionales, desalienta inversiones y priva a la ciudadanía de un derecho básico: la conectividad eficiente dentro de su propio territorio

No es menor que en nombre de una supuesta “eficiencia” se condena en todo el país a cientos de miles de argentinos a quedar aislados. Se castiga a los que viven lejos del centro y se prioriza a los que ya tienen todo resuelto. Este es el verdadero rostro del ajuste: la desconexión, el retroceso y la pérdida de derechos.

Desde nuestro lugar en el Senado de la Nación vamos a seguir defendiendo a Aerolíneas Argentinas como símbolo de soberanía y como motor de desarrollo federal. No vamos a permitir que se arrase con décadas de esfuerzo para que cada provincia tenga un rol protagónico en el país. Porque federalismo no es solo una palabra en la Constitución: es una práctica concreta que se construye todos los días, con decisiones que garanticen igualdad, integración y justicia territorial.

La Argentina no se construye de espaldas al interior. Y no hay futuro posible si abandonamos a nuestras provincias.

Fuente: Prensa Senadora García Larraburu